Por Joseph Llano, periodista musical – Colaborador de Colectivo Sonoro
El cuarto disco de estudio de la banda colombiana es una obra de 37 minutos que busca ir más allá de los límites desbloqueados en la trayectoria del cuarteto.
Oh’laville es una de las bandas colombianas de rock que, a través de la perseverancia, la disciplina y sobre todo su dinamismo creativo, se ha consolidado como uno de los referentes de solidez en este género y también de la música independiente en Colombia.
Escucha ‘Aurora’, el nuevo disco de Oh’laville.
Ya son más de 10 años desde que el proyecto conformado por Mateo París, Andrés Toro, Andrés Sierra y Luis Luizarralde lanzó ‘Pedazos de Papel’, su primer trabajo de larga duración, un disco que dejaba ver varios de los sellos identitarios que hoy por hoy se mantiene: el color de voz de Mateo París, como vocalista, y la fusión de guitarras y cuerdas que también es protagonista en la construcción de canciones de la banda.
Sin embargo, estos años han dejado huella en este cuarteto de amigos, lo que ha llevado a encontrar una madurez, un punto de equilibrio que se refleja en su nueva música.
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Cuatro años después de su primer lanzamiento, Oh’laville lanza ‘Anaranjado’, un producto con mayor cuerpo sonoro, pero dónde se destaca el objetivo de construir canciones a nivel lírico mucho más digerible, concreto, pero a la vez certero, claro, emotivo y creativo. A partir de este trabajo, se ve cómo la capacidad compositiva de la banda aborda temáticas que se salen del tradicional cancionero pop-rock y aborda cuestiones de tipo existencial, de adoración y asombro de la condición humana: entre dichas cuestiones también se habla de fenómenos naturales.
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En ‘Soles Negros’, su tercer LP, la banda perfecciona su capacidad para construir himnos que tienen en mente sus seguidores en vivo. Así nacen sencillos como En el mar, una canción que además de una buena recepción fue su primer sencillo junto a un artista invitado, en este caso el productor y cantante colombiano Juan Pablo Vega.
Todos estos elementos mencionados quedan impresos en ‘Aurora’, su cuarto y más reciente disco, una obra que busca ir más allá de los límites desbloqueados en la trayectoria del cuarteto. Si bien, seis de las nueve canciones fueron sencillos que se lanzaron desde 2021 arrancando con ‘Los Árboles’, vale la pena hacer un recorrido por estos cerca de 37 minutos de música.
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El primer track es ‘Dallas’, un guiño a la introducción de sintetizadores y nuevas atmosferas en la creación de esta etapa en el proyecto musical. Pero esa creación de atmosferas es tanto en términos de música, como liricos. Dallas es la ciudad de un Vaquero, personaje ficticio, o más bien real, en este rompecabezas de piezas que va dando forma a un cuadro y una escena esquizofrénica muy bien descrita en un track de tres minutos.
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Luego, hipnotizada, la voz psicodélica de Mateo París suena entre una fiesta de guitarras que recuerda una fiesta moderna de sonidos hindús ahogados de notas de rock eléctrico. Así es Portales. Quizá sea demasiado arriesgado mencionarlo, pero este sonido recuerda en algún momento a Revolver, el álbum de Los Beatles.
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Probablemente el tercer track es una de las canciones más poderosas del disco, el primer sencillo en la historia de Aurora. En Los Árboles se encuentra la estructura tradicional de una canción pop, un coro enganchador y algunos riffs de guitarra de puro rock and roll. Por su parte Destino es una balada mucho más pasiva, probablemente la única fórmula de tracklist en dónde podían sonar bien Los Árboles y la siguiente canción que además de futurista, probablemente es una de las joyas del disco, la segunda colaboración de la banda en su historia, en este caso Tú junto a la ecuatoriana Paola Navarrete.
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Quizá el mayor experimento de Oh’laville hasta el momento, la decisión de basar la canción en sintetizadores, distorsión de la voz y una letra mística que es alimentada por la voz de una de las cantantes destacadas de la música alternativa en el país vecino. Tú es una canción que va agarrando fuerza a partir de la inclusión de elementos a lo largo del track, en función de un suspenso, una hipnosis que exalta distintas emocionalidades a partir de jugar con la voz y los sonidos electrónicos que transitan entre distintos ambientes. Luz roja intermitente, bajo el sonido de una alarma oscilante cuya incertidumbre vaga entre el misterio y la vigilancia.
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Isla, la sexta canción, tiene algunas melodías de ensueño, un efecto algo desapercibido de fondo en la voz. Fuente vuelve al lado atrevido y duro del proyecto. Si por algo destaca este tipo de canciones es por el matiz que destaca en la voz de París, que, si bien tiene un color particular, además logra un rango dinámico que va desde baladas, hasta ahogos exasperados del rock más pesado qué ha llevado el proyecto.
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Nada Te Esconde sigue buscando en la experimentación, delay en la voz y sonidos electrónicos menos ordenados y mucho más frenéticos. Finalmente, Taganga es un sencillo más íntimo, como un guiño a los orígenes del proyecto para cantar en un acústico, en un espacio pequeño, es una conversación íntima con el compositor.
Es así como se despliegan estos 37 minutos de música. En este último trabajo, Oh’laville ha demostrado una expresión de habilidad y madurez que se combinan con un deseo de ir más allá y de experimentar para encontrar nuevas rutas identitarias, no sólo sonoras, sino también estéticas.
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