Por: Pablito Wilson.
Colaborador Colectivo Sonoro.
En un texto reciente, publicado en El Espectador por Jaime Andrés Monsalve de Señal Radio Colombia, este concluye que el compositor uruguayo Leo Masliah tiene una seria preocupación por dejar obra y que por ello todas sus disímiles locuras están siendo repartidas –desde hace aproximadamente 40 años– entre sus cuentos, novelas, obras de teatro y canciones.
Conocer la obra de Andrés Calamaro en profundidad y preguntarse qué tiene que ver esto con un disco tan extraordinariamente orgánico como ‘Romaphonic Sessions’ sería casi un insulto a la misma. Desconocer ‘Biromes y servilletas’, de autoría de Masliah y rescatada en esta nueva entrega del ciclo ‘Grabaciones encontradas’ es perdonable, pero ignorar la naturaleza improvisativa de este ícono del rock latinoamericano no lo es. La canción es un puente porque habla de esos poetas que crean despreocupándose de la relevancia del trabajo que hacen, que desangran tinta para crear monumentales y no tan monumentales obras de lienzo desechable. O que, si vamos al caso de ‘Andrelo’, la han creado para regalarla vía internet sin hacerle muchos retoques.
Maquetas inéditas por montones, ‘mash ups’ de ‘El salmón’ en su faceta DJ y un visionario disco quíntuple con nombre de pez que gran parte del público argentino no logró entender y que al final, terminó siendo “resumido” en un álbum de veinticinco canciones, ponen a Calamaro en el lugar de los poetas que Masliah elogia con su composición. Todo eso sin mencionar las más de una de las transformaciones que han tenido las melodías que acompañan a ‘Mi enfermedad’, ‘Siete segundos’ (Los Rodríguez), ‘Los aviones’ o ‘Paloma’ y eso solo mencionando una mínima parte de semejante carrera tan prolífica.
La tercera entrega de ‘Grabaciones encontradas’ también presenta pulcros y poco pretensiosos homenajes a figuras del tango como Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, Virgilio y Homero Expósito, Astor Piazolla y Horacio Ferrer o Anibal Troilo y Enrique Cadicamo; nuevas versiones de las canciones ya citadas y un pequeño tributo a Lito Nebbia. Personaje sumamente respetado entre el rock argentino.
En medio de este frenesí creativo, ‘Romaphonic Sessions’ es un conjunto de caprichos publicables y un capricho en sí mismo, uno bastante asertivo. Pocos autores podrían decir que logran juntar su carisma, meterla rápidamente en un trabajo y venderla así sin más. Pero Andrés lo logra, en un disco donde nos recuerda por qué siempre terminamos olvidando sus salidas en falso en redes sociales. O por qué uno puede darle play a un disco como este y olvidar su obsesión protaurina (aceptable como postura, más no como verdad impositiva) y recordar ese momento cuando comenzamos a amar su arte, cuando cada uno de sus oyentes contribuimos con nuestro granito de arena para posicionarlo como la figura que actualmente es. Porque cuando Calamaro se expresa puede sacar lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros, eso es verdad absoluta.
Reflexión final: sí nunca dedicaron ‘Mi enfermedad’ o ‘Paloma’ este es el momento, ambas suenan más vulnerables que nunca.
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