Por: Festival Estéreo Picnic.
El 24 de marzo de 2017 sucedió en Colombia un hecho sin precedentes. La mañana gris y lluviosa fue apenas una coartada del destino para ocultar la tarde soleada que nos había preparado. El Festival abrió sus puertas, los asistentes, muy listos, llegaron preparados para cualquier situación. Las horas pasaron, la música retumbó, las sonrisas se esbozaron. La ansiedad era el común denominador de las almas del Parque 222. Finalmente, después de casi veinte años y mucha, mucha espera The Strokes tocó.
Los Nacionales se perfilan en Estéreo Picnic
“Abrimos las puertas y salió el sol” rezó la publicación de redes sociales del Festival, y así fue. La tarde nos dio una bonita sorpresa y Cocónonó sacó provecho de ello. Bañados en sol, la banda que parece más una big band, abrió el escenario Tigo. Su swing pop puso a bailar a los asistentes que se aglomeraban y entre aplausos despidieron a los bogotanos.
En el escenario Moto Ratrace, el reconocido DJ de los Crew Peligrosos, en una aventurada mezcla puso a bailar a los pasantes con los ritmos más folclóricos de nuestra cultura. El escenario Budweiser, en ese momento, prestaba sus tablas a Los Makenzy. Afros, guitarras y sobretodo mucho blues y Rock&Roll, apenas para nuestro día más rockero.
Árbol de Ojos, una de las bandas con más potencial en el país, hizo su debut en el Festival en el escenario principal. Las visuales maravillaron al público mientras una música, un rock maduro y pulido, llegaba a los oídos de un público sorprendido. No se esperaba menos de la banda, pero tampoco tanto, sin duda un show que los releva a un puesto privilegiado en los anales del rock nacional.
Aterrizaron los Internacionales en UMD
Si un género ha sido protagonista en la historia del FEP es el indie. Este año, no podíamos prescindir de uno de sus vigentes representantes: Catfish & the Bottlemen. La banda británica se subió al escenario hacia las 7:00 p.m. frente a una multitud que hacía ver pequeña la carpa. El espíritu de una música que se viene gestando desde el 2010, pero recoge sonidos de décadas atrás, invadió a los cuerpos de los presentes. Esta bella posesión se materializó en los gritos de emoción y éxtasis de una fanaticada ya no tan joven. El indie sigue vivo y Catfish & the Bottlemen.
Estuvimos esperando este momento toda nuestra vida, tanto nosotros como los Pickups quienes en su histórica primera presentación en Latinoamérica nos trajeron sus mejores temas: lo mejor de su más reciente LP, “Better Nature”, y sus más emocionales clásicos. Cantamos, saltamos y gritamos canción tras canción con el alma, como a esas bandas que uno ama para siempre. Y la noche apenas comenzaba.
Vance Joy nos regresó el amor por el folk y el indie. Su guitarra y carisma en escenario nos llenaron de pasión, para desbordarla entre abrazos y sonrisas. Al otro lado Flume encendiendo el main stage con su impecable mezcla de Downtempo y Trip Hop, bailábamos hipnotizados con su trascendental presentación en Un Mundo Distinto.
Finalmente Entendimos
Nunca, pero nunca, habíamos vivido algo así. Sonó The Strokes y nos fuimos, sin más, a esa vida nuestra, a esa existencia que nos enamoró de la música, a esa construcción de sonidos que no es algo más de la vida. Eso, lo que llaman música, es nuestro principio, es nuestro grito, es nuestro mandamiento. Todos los que estábamos viendo a The Strokes entendimos por qué lo dejamos todo, por qué somos quienes somos, por qué nuestros amigos, por qué nuestra novia, porque nuestra vida, por qué nuestro mundo. Amamos la música más que cualquier otra cosa en este planeta, amamos los acordes, la melodía, el ritmo. Amamos nuestros artistas, nuestros amigos, nuestra familia en definitiva lo amamos todo. Julian, Nick, Albert, Nicolai y Fabrizio no son de Un Mundo Distinto, no son de acá, son The Strokes.
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