Sonòsfera y Danse de Trois: dosis elegantes de funk para expiar las culpas

Por: Álvaro Castellanos | @alvaro_caste – Periodista, editor web y creador literario

La banda puertorriqueña presenta un lanzamiento de título sugestivo y fusión de elementos pop, que invita al disfrute y a dejarlo todo en la pista de baile.

«Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa», sentenció hace un siglo la activista Emma Goldman, en respuesta a los reclamos por la supuesta banalidad de la danza frente a las causas revolucionarias. El baile, como expresión liberadora, es vital en nuestras culturas, sobre todo en países del trópico donde la identidad está mimetizada con el gozo de los cuerpos. Proveniente justamente de Puerto Rico, la agrupación Sonòsfera lanza un sencillo llamado Dance de trois —Baile de tres, en español— que llama a la fiesta, mediante ritmos alternativos como el rock en español, el pop, el funk y la música disco.

«Y ya que somos tres no hay tiempo que perder, en esto ya empieza el carnaval. Empezará y llegará a ser, recuerdos».

Sonòsfera lanza ‘Dance de trois’: una canción movida, atrevida y sensual

Un timing fresco entre el bajo y la batería introduce los acordes y brillos de la guitarra, como punto de partida de Dance de trois. Los instrumentos marcan, sin aspavientos, la aparición de la primera estrofa, que va directamente a lo que promete. El pasado se consume en recuerdos y lo que nos importa es el presente: en este caso, saltar a la pista sin mayores pretensiones que pasarlo bien.

«No sé si hay algo más. No sé si quiera yo correr, correr. Ya tienes que bailar y me voy a enredar los seis, los pies».

El segundo juego de versos induce cierta reserva de quien lo piensa dos veces antes de dejarse llevar. La canción va tejiendo intertextos musicales con actos latinoamericanos espejo de Sonòsfera, como Los amigos invisibles. Sin demasiados cortejos previos, el trío se junta entre seis pies que se enredan. Las vibras funky ascienden, la escala de la voz también y el coro llega inmediatamente atado a la continuidad de la canción.

«Ya aprendo cómo es el juego. Ya aprendo cómo es el juegoBailaré x 4».

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La unión entre la voz y los instrumentos del coro, donde también sobresalen los teclados, permite una relación con el hit de Daft Punk, Get Lucky, sobre todo en la cadencia melódica del verso estrella que, en ocho tiempos, repite «We’re up all night to get lucky». En español, inglés, francés o en cualquier idioma, el atrevimiento y la seducción hablan igual. Durante el coro, Sonòsfera encuentra su cima rítmica, el punto más alto de la canción. Ese que nos deja tarareando la melodía todo el día mientras desayunamos, trabajamos, pagamos un recibo o nos tomamos una cerveza.

«Ya en complicidad debemos fusionar los cuerpos, hay ritmo en la canción, es pura diversión. No es, perverso».

Sin lugar a juicios morales, Dance de trois baja en las escalas de la voz. Los tres personajes de la historia agarran confianza guiados por el narrador, que invita a la entrega grupal. Dirigiendo a la triada fiestera, el protagonista llama al orden para activar la sincronía y no tropezar entre tantos pies, en una construcción lírica donde los dobles sentidos se sugieren, pero no se evidencian.

«Es hora de danzar, No vamos a bailar un vals, los tres. Me dejaré llevar, no quiero tropezar Con tantos, pies».

La simpleza del coro y su ritmo regresa cuatro veces con apariciones simples y eficaces de la guitarra y el sintetizador. Una transición electrónica, esa pausa, esa espesura necesaria que toda canción busca activar en el momento correcto, aparece, mientras la batería se mantiene rauda ante el punteo de guitarra. Luego vuelve el coro multiplicado, hasta un cierre limpio y seco de la voz, con la frase insignia: «ya aprendo cómo es el juego».

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El videoclip muestra a la banda tocando el sencillo en un bar colorido, que parece salido de un videojuego. Luis Enrique, Joe, Marlon y John interpretan Dance de trois en un escenario adornado y luego van mostrándose, uno a uno, en el baño donde se localiza casi toda la historia. Al comienzo, salen unos créditos en tonos neón, mientras se ven personas en el baño del bar en un ambiente de fiesta. Aparecen chicas en patines de cuatro ruedas bajo una luz violeta. Toman un trago y bailan con la canción, acompañadas por los integrantes de Sonòsfera. Máscaras, cabezas gigantes de muñecos y guerras de almohadas ambientan la narración del videoclip.

La estética del arte del sencillo se comunica con los colores que se imponen en el video, con trazos y figuras en colores pastel, vintage, ochenteros, como muñecos lollipop, que componen una imagen general, la cual construye la forma de tres cuerpos bailando.

Sin una mayor intención que el disfrute y vivir el momento, Sonòsfera entrega un sencillo eficiente, con todos los elementos para insertarse positivamente en el mercado pop latinoamericano. Una canción que, de principio a fin, nos hace marcar el ritmo con las manos y con los pies y que sirve como un ritual de expiación para soltar todas nuestras culpas, para liberarnos de una vez por todas y recordarnos que nada es más serio que el juego del baile.

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