Lo nuevo de Resonance Valley: una terapia de choque para despojarse de los apegos

Por: Álvaro Castellanos | @alvaro_caste – Periodista, editor web y creador literario

Surgidos en Bogotá, Colombia, Nicolás, Adrián y Gabriel nos presentan Desiertoun sencillo fiestero y terapéutico, que reconoce al apego como elemento esencial de la condición humana, pero también como un eventual obstáculo que, por mucho que cueste, debemos retirar de nuestro camino, día a día, paso a paso.

Resonance Valley lanza ‘Desierto’, una canción para enfrentar los miedos.

Las mordazas emocionales del desamor son un problema que todos hemos tenido que sortear. Si en esta vida nos apegamos a lo material o a hábitos triviales, ¿cómo no hacerlo con la gente? Esta lucha ardua e íntima es la motivación discursiva de Desierto: una propuesta de pop-rock, apoyada en soportes electrónicos, que nos recuerda el brillo del indie-rock actual de referentes como Foals y el esplendor de actos noventeros como Jamiroquai.

«Llego navegando y sigo naufragando, a la deriva estoy, viviendo en el ayer sin olvidar».

Desierto reposa sobre la necesidad de liberarse de los esqueletos que llevamos a cuestas, que nos atascan en el pasado y nos impiden avanzarEl título de este sencillo hace una mención directa a la ciudad. El lugar en el que vivimos y que tantas veces nos arropa con su frialdad. Un personaje árido, que nos hace sentirnos solos, que nos despersonaliza y se opone a nuestra necesidad de continuar.

«Otro día más, desierta la ciudad y vuelvo a renacer. Con solo al despertar en esta oscuridad y vuelve a renacer».

El monstruo de mil cabezas que encarna la ciudad, invencible y hostil, se opone a nuestra reconstrucción. Si nosotros queremos rearmarnos, la ciudad también lo hace cada día, como un desierto ruidoso. Sin embargo, es el escenario donde, para bien o para mal, debemos encontrar la forma de volver a empezar. Y en medio de ese caos, nos quedan los sueños. Un territorio intangible, que debe ser espacio de renovación, no un escenario para sujetarnos de lo que no fue: conflictos internos también tienen su lugar en Desierto.

«Y duermo en las memorias que no dejo descansar, predando los recuerdos que se van,
soñando con historias que me ahogan más».


Mirarnos en el espejo de nuestra conciencia, reconocernos vulnerables, es la cuota inicial de esta terapia de choque que nos dará pistas para salir del laberinto del desafecto. Las voces sostenidas de Desierto plantean una desesperación, un grito de ayuda, que retumba en ecos complementarios y que, a su vez, hacen un juego armónico de contrastes, que echan a rodar incertidumbre y esperanza sobre una canción pegajosa.

«Pierdo lo que se fue temiendo lo que será, me quema lo que no fue, sueño para olvidar».

El temor a lo desconocido y la debilidad que nos sumerge en un futuro incierto también abraza una penumbra donde podemos arrojar nuestros lastres, a la espera de la liberación personal y las eventuales fortalezas que sólo llegan con la soledad.

«Llevo los recuerdos de mi piel de mi voz, suelto de mis manos el rencor el dolor, dejo al lado la ilusión de mí sólo para olvidar».

El videoclip de Desierto presenta una urbe de arquitectura claustrofóbica al aire libre. Zonas residenciales homogéneas a través de un filtro ligeramente tornasolado donde prima el gris. El lyric video muestra a la urbe, junto con un collage de retazos y nubes que metaforizan libertad, con tonos que se pintan amarillentos y rosados, como de negativos fotográficos.

Finalmente, la portada del sencillo presenta una imagen de color sepia, donde los miembros de Resonance Valley aparecen con las caras distorsionadas, en una unidad discursiva entre la despersonalización que nos deja el desamor y las dunas desérticas de la ciudad que, si nos lo proponemos, puede ser más una aliada que la antagonista de nuestra propia redención.

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