El Diestro, música poetizada con toques de jazz y soul

Por: Álvaro Castellanos | @alvaro_caste – Periodista, editor web y creador literario

Si diseccionamos una canción, si la abrimos y la miramos por dentro, ¿cuál debería ser la proporción ideal de relevancia entre la música y la letra? No sé si deba ser 50/50. La música probablemente tenga una jerarquía sobre lo que se dice. Sin embargo, en la actualidad hay una tendencia de priorizar en exceso lo primero y descuidar lo segundo. El Diestro, proyecto solista del músico paisa Juan José Moreno, compensa virtuosamente este desnivel con su canción Prófugos en ciudad perdidauna pieza que reivindica el story-telling y la construcción poética, acompañada de elegantes toques académicos.

El Diestro apela a los recuerdos y la desolación en ‘Prófugos en ciudad perdida’.

Hay mucho de académico en la propuesta de El Diestro. Hay elementos de rock clásico y progresivo (Asia, Yes, Jethro Tull). Hay soul y jazz. Tendencias de antaño reapropiadas, que no se distancian del nicho y no desentonan con el mainstream. Y el hecho que esta canción le dé importancia a la prosa, no relega para nada a lo musical. Mejor dicho, la composición está a la altura de la música y eso habla muy bien de ambos elementos. La profundidad y el brillo de la voz plantean un gozo polifónico con la armonía de la guitarra y el protagonismo que toma la batería sobre el final.


Prófugos en Ciudad Perdida nos habla de la urbe, de la ciudad, como un escenario que, aunque en apariencia nos sea cotidiano, también es agreste y distante. En la canción hay un efecto de contraste sugestivo entre la hostilidad de la ciudad y la calidez sentimental de las voces y los arreglos, con una construcción de imágenes líricas muy poderosa.

«Una tarde muy lluviosa, tal vez un triste cielo resiste al día el hielo que cubre una ciudad perdida».

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La ciudad asume el personaje de una tierra de nadie, que complejiza las relaciones humanas y localiza una historia de añoranzas, desamor y desencuentros. La ciudad es vista como un obstáculo, una antagonista que separa a una pareja, al abrazar la lejanía, la frialdad. «Apenas hoy te vi pasar, tanta gente contamina, de viajar sin rumbo fijo». La ciudad que es de todos, y al mismo tiempo es de nadie, produce una despersonalización que poco pie le da al amor.

«No soy nadie si me miro en tu mirada perdida y en tu bondad que no la cubre ni las nubes de este día».

En Prófugos en Ciudad Perdida no hay palabras al azar. No hay frases hechas barnizadas en alguna métrica para funcionar como labor de carpintería. Al contrario, hay un lenguaje poético profundo, premeditado, que destapa tristezas a partir de la construcción de atmósferas y de nociones antinómicas, como el verso que sugiere cercanía con la distancia y lejanía con el amor.

«Cada mes se me ha hecho eterno por amarte en mi silencio de la distancia que nos une y
el amor que nos separa».

El videoclip refuerza la intención literaria de la canción. La imagen, descafeinada, presenta calles y árboles de una ciudad otoñal, cubierta por nubes, donde sus protagonistas fuman y, por un instante, están juntos, pero separados. Calles lluviosas, tardes frías, una heladería, una iglesia, los estantes de una nevera de supermercado. Locaciones cotidianas con aires anticuados, que transmiten una sensación de desarraigo muy acorde a las intenciones de la letra.

Prófugos en Ciudad Perdida apropia en un ejercicio muy personal la idea del desamor, del distanciamiento y, por qué no, de los nuevos comienzos. Es que, a la larga, primero está la soledad; y luego, si ha de llegar, llegará el amor.

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