LosPetitfellas y el primer Rayuela sonoro del rock colombiano

Por: Pablito Wilson – Colaborador Colectivo Sonoro.

Lo fácil, decir que ‘Formas para perderse o I.D.E.A.S.’ es el álbum del año 2017. Lo difícil es convencer a los lectores. Pero tranquilos, tampoco es la idea.

Primer track, ‘Sin título’, ¿introducción? No, más bien obertura: en el universo de LosPetitfellas no existen los interludios; o al menos no pueden existir si no tienen pretensiones cancionísticas (como ‘Microphone check’, por ejemplo).

El armónico caos comienza, Nicolás avanza escupiendo palabras con más propiedad que velocidad. No es Harry Shotta ni Eminem; tampoco queremos que lo sea. Además –y aunque no lo sabemos aún– recién está calentando, se está preparando para un trabajo repleto de momentos dispares que pondrá a prueba su resistencia; que nos revelará que él, nuestro estimado ‘Pet Fella’ funciona a todas las marchas. Minuto tres, segundo treinta y cinco; apagón casi abrupto. Mamá se adueña del equipo y baja el volumen con rudeza. Ah no, es la misma banda la que lo hace, cortando su canción en medio de un clímax absoluto. Este sonido decreciente o más bien esta tendencia decreciente en el sonido nos ha dejado ver el primer gran secreto: será un disco de revelaciones.

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Por esto cuando llega ‘Sputnik’ lo primero que nos preguntamos es sí nos olvidamos el modo aleatorio puesto en la reproducción y –al menos en mi caso– tendemos a huir a otros tracks que nos mantengan en concordancia. ¿Han creado estos pibes capitalinos el primer ‘Rayuela’ sonoro? ¿El primer Rayuela sonoro del hip hop o del rock al menos? Puristas, si están presentes no se aceleren; permítanme al menos preguntármelo. Dejen que mi cabeza sedienta de literatura petitfellistica siga escarbando maravillas discursivas en el –mayor– poema musical del disco (‘Marco’ con Mario Mendoza), en ‘La cita’, en ‘Oda al no’ o en ese desborde de composición palabrística titulada ‘Los verbos’. Esta última, conectada con ‘El diccionario’ nos revelará –una vez más– que Nicolás o su alterego ‘Petfella’ se han enamorado del amor hasta un punto dónde nuestro léxico no alcanza: “Yo te reir a ti, del verbo ir dos veces”; “Yo a ti te siento y tú me sienes, yo a ti te cielo y tú no vienes”; “Yo a ti te tiempo y tú te detienes”; “¡Hoy quiero todos los verbos si son contigo!; amar, comer, callar, flotar, follar, fallar, dormir”. En fin, no les voy a ‘spoilear’ toda la canción. Aplausos al astuto guiño a Frida Kahlo; ídolo femenino ‘millennial’.

Alguna vez leía a Alejandro Marín refiriendo –a modo calificativo y no peyorativo– a este pibe de apellido Barragán como un referente que tiene gran impacto local entre esta llamada generación ‘millennial’. Detalle sumamente considerable cuando nos referimos a una agrupación que conecta vivencias personales y pasionales con miles de jóvenes; y no tan jóvenes.

No quiero centrarme mucho en la música. Porque (al menos en este caso) sería ignorante de mi parte arruinar un componente tan maravilloso describiéndolo; y porque es –como ya dije antes–, es un caos armónico de unas proporciones que hacen que se (me) complique hacerlo. Sí está bueno indagar si entre el funk de ‘El antihéroe’ brotan influencias de Illya Kuryaki and The Valderramas, y si canciones como esta merecen que LosPetitfellas le tomen el testigo a la revolucionaria agrupación de rock que Dante y Emmanuel vienen piloteando hace tiempo. O si es apropiado pensar a ‘Polyrics’ como una versión sincera, protoanarquista, ‘rageagainstthemachinera’ y cero hollywoodense de la edulcorada “Eye of the tiger” que Survivor y Rocky Balboa nos ponían a mamar hace 30 años. Wake up fellas!!! El huracán ‘Petit’ está en la casa y es nivel 500 en la escala de catarsis humanas. Pienso en la célebre frase de Carajo: “este caos apesta y solo nuestra muerte alimenta (…) por sacar todo el dolor afuera”.

O si a través de metáforas como “adentro no se puede fumar y afuera no se puede beber”; podemos encontrar claves para entender el represivo sistema que nos rodea ad portas de descubrir los verdaderos (d)efectos del Código de Policía.

En este disco LosPetitfellas logran sorprender con todo: con su eclecticismo acostumbrado, ahora llevado al extremo y dotado de un universo sonoro que quizás habría sido imposible sin la experiencia del concierto ‘1320 Sijazz’ (recién publicado hace semanas); con letras que le dicen al sumamente ingenioso y prodigioso Nicolás del primer disco, que se quede comiendo chitos y/o que se vaya a dormir; y con una conciencia de grupo que hace que –aunque no pretendan ponerse de lugar de un Johann Sebastian Bach o un Ludwig Van Bethoven– intenten crear lo más cercano a que les salga a una obra de arte. Y eso, en el rock y en el hip hop latinoamericano, rara vez pasa. Al menos este año y a ese nivel, no ha pasado. Pedro Rovetto hizo producción en el trabajo discográfico, Joel Hammilton le dio el toque final… ¿acaso es posible producir y dejar las emociones de tantos músicos listas para el embalaje?; otra pregunta para la colección.

Ya hice todo el recorrido en aleatorio y voy sintiendo que es hora de ir acabando esta nota. Vuelvo a subirme al ‘Sputnik’ del track #2 retomando el viaje con la convicción de quién no entiende la estructura “desorganizada” de ‘Crónica de una muerte anunciada’ de Gabo. El álbum comienza a hacerse familiar entre los oídos, pero las sorpresas apenas comienzan.

“Es un honor estar en esta latitud”, voy cantando. Mientras tanto, busco que lo que estoy haciendo ahora, empalme aunque sea en un 0.00000001% con lo que hace la banda… es decir, este escrito.

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