Por: Álvaro Castellanos | @alvaro_caste – Periodista, editor web y creador literario.
La banda de Medellín, Colombia, lanza un disco de 12 canciones con sólidas críticas sociales y toda la fuerza del hardcore punk y otros sonidos afines.
Cuando las instituciones políticas que nos rodean están rotas, quedamos nosotros como individuos, regidos bajo nuestra propia ética y autodeterminación. No es la realidad más deseable, pero es la que nos tocó. Alrededor de este reconocimiento orbita el nuevo disco de la banda colombiana Fuera de Foco, llamado Caos y desorden. Un disco sólido en su ejecución discursiva y musical, que apropia y redefine un sonido hardcore bien conocido por sus integrantes.
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Caos y desorden es el primer corte del álbum. Con un despliegue musical que recuerda por momentos a Sick of it All o Comeback Kid, la canción tiene diferentes momentos instrumentales, con una interpretación vocal de escala alta y pequeños momentos corales. Reflexiones que van de lo social a lo más íntimo marcan la lírica de la canción, con un spoken-word sobre el final que refleja consciencia de clase, al reconocerse que nuestro capital se acumula con el esfuerzo de los pobres.
«No podemos seguir mirando atrás ya no, no hay regreso. No podemos estar, anclados frente al espejo. Intento desechar todo lo que en mi vida haya muerto, Intento deshojar todo un gran dolor».
La segunda canción se llama A nadie le importa. Tiene un arranque hardcore punk con protagonismo del bajo. La armonía de la guitarra corre homogénea debajo de la letra uniforme, pero libre. Habla de la ambición de los poderosos, la desigualdad y la deshumanización de un «pueblo arrodillado, cegado y aterrado».
«Un número más, un número más, cero valor sin convicción, no no hay opción, un número más, un número más, cero valor. A nadie le importa, no hay opción (sin salvación)».
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La fiesta del poder, tercera pista del disco, presenta un sonido más crossover-thrash. Veloz y vertiginosa, la canción hace una pausa en su bloque final y toma el rumbo de un sonido que se asemeja al flamenco. La repartija entre los gobiernos y las mafias en detrimento del pueblo es la crítica que se transmite.
«Llegan los paras, guerrillas y gobierno, pero al final, todo es el mismo cuento. Se comen el pastel, sentados en la mesa y por debajo, se chupan los huevos, reparten nuestras tierras, como hombres de negocios sin importar el precio, todo a muy bajo costo».
Consignas fundamentales del hardcore como la fortaleza interior, el orgullo y levantarse frente al dolor de la vida marcan el mensaje de Frente en alto, cuarta canción de Caos y desorden. Musicalmente, incluye gritos guturales propios del death metal y riffs cercanos al metalcore.
«Las heridas del alma tardan mucho más en sanar, dejé amigos en el camino, por seguir libre hasta mi destino».
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También nostálgico es el quinto sencillo del disco, llamado Hasta el final. Una canción que, como la anterior, hace retrospectiva sobre las batallas que se libran y la experiencia que entrega la derrota. La unión, la amistad y la lucha colectiva, en un canto en plural, son protagonistas de la canción. «El destino nos alejó y la música nos unió. Todos bajo un mismo lema: nuestra libertad».
«No hemos tenido miedo y hemos enfrentado las derrotas y hemos luchado sin rendirnos sin darnos la espalda».
Sueños, sexto corte del disco, es una canción más melódica, con guitarras que recuerdan el sonido de A Day to Remember. Tiene momentos melodic hardcore y apunta al agobio del desamor y a una fase del duelo en la que la voz narradora pretende juntar fortaleza para pegar sus pedazos rotos.
«En este pequeño mundo se me permite sentir sin depender de alguien para así no morir».
La séptima entrega del disco se llama Cerdos hambrientos. Una canción más rapeada, con métrica libre. Su letra apunta a la protesta social y la insurrección frente al abuso de los brazos armados al servicio del establecimiento, en una crítica explícita a los falsos positivos.
«Tu momento más temido ha llegado, nos cansamos de injusticias y soñamos. El puño arriba contra la opresión. Este es un grito de revolución».
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Programados es el octavo corte de Caos y desorden. Con voces corales suaves, sigue una línea narrativa contra la violencia neoliberal y hace un llamado a pararse duro contra las imposiciones.
«Tus sueños, mis sueños, son utopías y en esta vida, no hay salida». «Caos, muerte, desolación y el nuevo mundo tiene el control, dónde estamos, encerrados, en un cuarto, atrapados. Nos controlan con el miedo y sin piedad legalizando muertes al azar».
Los medios de comunicación, distorsionados y al servicio del poder, son el objetivo de la novena canción, llamada Superman. Encubridores de la realidad, los noticieros tapan el caos y generan en el pueblo la esperanza de un Supermán, de una utopía de salvación, que jamás llegará. Al final, la canción llama a la autodeterminación.
«Y si no lo podés solucionar, nadie lo va a hacer por vos». «Supermán, Supermán, nunca ha pasado por acá. Maquillando las malas noticias del país, con pan y circo presentando reality shows, que envenenan a mi nación, aquí estamos endiosando, enriqueciendo todo lo que nos muestran los medios».
Clasificados es la décima canción de Caos y desorden. Con un bajo y a dos voces, su arranque recuerda a Bro Hymn de Pennywise. Habla de la estigmatización y los prejuicios frente a los hardcoreros por su aspecto y por no lucir homogéneos frente a la masa.
«Miradas de asco atravesaron nuestro pecho, somos la fruta podrida y en el fondo del costal. Nunca entramos, nunca encajamos, en esta maldita sociedad».
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Dos piezas le restan a este rompecabezas que explora la amplitud del hardcore y otros sonidos afines. Sigo despierto es la undécima canción, pesada y metalera, que retrata desesperación frente a una vida frustrante.
«Me desvanezco, no sé dónde iré a parar, sólo puedo esperar oscuridad, no puedo despertar (…) Que alguien me despierte, acaso no hay algo más. Que alguien me despierte, aún puedo ser alguien más».
Finalmente, Opresión presenta voces guturales cercanas al death metal y al black metal. La última canción de Caos y desorden es un manifiesto potente sobre la oscuridad liberadora que antecede a su correspondiente redención.
«Creo que todo va a colapsar y el exterminio va a empezar (…) Sólo habrá un momento para salvarme hoy y sacarme esta opresión».
Con mucho que decir, Fuera de foco dispara una lúcida declaración de principios mediante un álbum entero muy bien ejecutado y entendido del género que interpreta. De esta manera, Álex Ospina, Jhonatan Monsalve, Carlos Ortiz, Camilo Correa y Jonathan Arismendy compactan en doce canciones un llamado a la fortaleza personal y colectiva en contra el poder, sus brazos armados, la desigualdad que perpetúan y la voracidad neoliberal, dándole paso también al poder de la amistad y a enfrentar nuestro propio sinsentido.
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