‘Abracadabra’: el atrapante conjuro musical de Leon Clef

Por: Álvaro Castellanos | @alvaro_caste – Periodista, editor web y creador literario

El artista colombiano presenta un EP desautomatizado en una confluencia original de rock ‘n roll con sonidos industriales, dubstep y alternativos.

En la amplitud de las artes, las relaciones intertextuales son necesarias para construir un entendimiento sobre las piezas nuevas que conocemos. Dicho de otra forma, es inevitable comparar lo que uno está comenzando a conocer con lo que uno ya conoce, para entenderlo y, en consecuencia, apropiarlo. En unas ocasiones estas comparaciones son inmediatas, de sencilla asociación, pero en otras cuestan más y se escapan entre los dedos. Lo segundo parece ser el caso de Abracadabra: EP del cantautor colombiano Leon Clef. Una propuesta particular de rock industrial y alternativo que habla muy bien de su ejecución, pues evidencia una originalidad, una frescura especial, que se desmarca de propuestas más canónicas.

Leon Clef lanza ‘Abracadabra’, un EP introspectivo y liberador.

El nombre de este EP permite formar una idea de encantamiento. La portada del trabajo refuerza esa intención, pues se trata de una imagen en la que el músico, como si fuera un mago o un ilusionista, hace flotar un as de picas en llamas. Esta carta representa las dificultades por las que debemos trasegar para alcanzar la realización personal. Y Abracadabra, en efecto, habla de eso. Elabora reflexiones desautomatizadas en la letra y en la música, que sobrevuelan la consciencia, el yo, las convenciones sociales, la desigualdad de nuestro entorno y las angustias del desamor.

La voz de los justos es la primera pista de Abracadabra. La distorsión armónica de la guitarra en el arranque recuerda levemente el sonido de Muse o Placebo: referentes que, aunque no directamente, ayudan a conectar con la propuesta de Leon Clef. Este corte está marcado por un spoken word melódico. Los versos riman y se arrullan con una métrica, por ratos uniforme y por ratos más libre.

«Cuántas veces más vamos a tener que ver. Las mismas noticias una y otra vez. Cuántas veces más les vamos a creer. Las mismas, mentiras cada vez».

Escucha los Podcast Colectivo Sonoro en SpotifyDeezer y Spreaker.

Desde la primera estrofa hay referencias directas a la clase política de un país como Colombia que, bajo proyectos excluyentes, ha acentuado las brechas sociales y empobrecido a las capas más vulnerables. Hay una protesta, un hartazgo y también un llamado al pueblo, al poder popular, para despertar y dejar de comprar las promesas rotas que sus gobernantes les venden. Teniendo en cuenta que muchos lo han perdido todo, ni miedo quedará para emprender la insurrección.


«Acaso no ven que ya estamos en el fondo. Ven sigue cavando y no habrá retorno. Acaso no ven que ya estamos con el lodo, en el cuello. Lo han quitado todo».

El coro de La voz de los justos hace juego con las primeras estrofas. Es una exhortación a que arda todo en nombre de los abandonados. Una metáfora de refundación institucional y un pedido necesario para reivindicar de una vez por todas, a los invisibles, a los que no pueden ser. Para darle voz a quienes no la tienen.

«Vamo’ a levantarnos hasta poder ver el mundo arder. Envuelto en justicia sobre ellos que no pueden ser. La voz de los justos nunca la van a poder romper».

Un verso muy poderoso en este primer sencillo apunta a la indolencia de una gran porción de la sociedad que, arropada de privilegio, luce carente de solidaridad con las víctimas. «Perdonen si ofendo, pero es que la razón me dice: nos falta corazón». La voz de los justos se muestra como una declamación acerca de romper el statu-quo que favorece sólo a las élites y hunde a los desfavorecidos, que son la enorme mayoría.

Conciertos confirmados en Colombia en 2022: fechas, lugares y precios.

El segundo corte de Abracadabra lleva el nombre de La Celda. La batería reclama protagonismo desde su inicio. El bombo y el redoblante derivan, trepidantes, en una letra en segunda persona, con apoyos de sintetizadores e insumos electrónicos que potencian favorablemente a la canción.

«Mírate, atrapada en voluntad. Las miradas sobrarán. Los guardias sonreirán. Y no sé, dónde es que vas a parar. Si no intentas, no sabrás. Que hay mucho por disputar».

La voz narradora le habla a alguien que ha decidido voluntariamente recluirse en un mundo o una realidad que le impide alcanzar su plenitud. Puede aplicarse para relaciones afectivas, pero también para distintos yugos sociales que sofocan nuestra autodeterminación. Invita a desarraigarse de las comodidades y, por ende, a descubrir el brillo y de lo que está por venir.

«Si supieras, que no hay más, que perder. Saltarías, sin pensar quién te ve. Si quisieras, escapar, sólo ve. Que la celda, está abierta, ¿lo ves?»


Siendo la vida solo una y siendo éste el momento para tomar riesgos y soltar mordazas, no queda sino reconocer que la celda que tenemos en frente está abierta y que depende de nosotros mismos aventarnos a lo desconocido. Como dice aquel poema de los indios navajos en EE.UU.: «salta, ya aparecerá el piso».

La tercera canción lleva el nombre de Mutante. Es una composición poderosa que indaga sobre el yo interno. Sobre alguien que se mira al espejo y descubre en su reflejo una despersonalización, una identidad ajena, condicionada por el paso del tiempo y los cambios, a veces indeseables, que todos afrontamos. Instrumentalmente, el sencillo está guiado por un sonido de rock industrial con distorsiones en la guitarra que le otorgan un ritmo dinámico.

«Ya no sé quién es. Ese que me mira a través. Del espejo aquél. Que tanto me juzgaba una vez»

Verse al espejo y ser otra persona es el dilema que enfrenta la voz narradora. Los dos primeros conjuntos de versos mantienen esta idea. Algo pasa con el yo del pasado, juzgado, fiscalizado. Y algo peor pasa con el yo del presente, confundido, aturdido.

«Ya no soy quién soy. Lo digo con cierto pudor. Ya no me quiero. El cielo nunca se terminó»


El coro de Mutante retoma la ambivalencia de la identidad. De ahí que la voz anhele un balance, un punto neutro entre el antes y el ahora. No es que el protagonista de la canción sea dos personas distintas, sino más bien una sumatoria de las partes, cuyo resultado deriva en algo neutral y probablemente ideal. El contrapeso de nuestras dos caras, la dualidad del ser es, al final, lo que nos identifica con mayor fidelidad.

«Y es que estoy algo mejor, algo peor. Algo que queda. Es bueno ser, algo ideal. Algo neutral, algún silencio»

La cuarta parada en este sobrevuelo musical se llama Orquídeas y Panela. La introducción del corte permite alguna relación instrumental con Queens of the Stone Age: ecos que reaparecen en la ejecución del coro.

«Sientes que no hay, eso que llaman norte. Sientes que no quieres ni siquiera tu nombre. Tratas de sentir, y no encuentras la manera. Tratas de vivir, y no vale la pena»

La canción propone una crisis personal. Nuevamente, la voz narradora habla en segunda persona hacia alguien sumido en una bruma, una oscuridad, de la que no puede salir. Sin embargo, este laberinto tarde o temprano se descifra y justo después del momento más oscuro llega la claridad, el amanecer, una primavera que avista un mundo lleno de complejidades y crueldad, pero donde el brillo y el gozo también se revelarán en una personalidad que puedes decorar con orquídeas o endulzar con panela. A esto va el coro y el resto del sencillo, que comienza y termina con la armonía de la guitarra ejecutándose igual que la melodía del canto.

«Pero llega un día, que todo comienza. Y vas a entender, que fácil no es. Vas a comprender, que la vida es cruel. Pero qué mejor, alza el corazón. Levanta el mentón, y déjame ver quién sos»


Orquídeas y Panela incluye un videoclip con una puesta en imagen muy trabajada, asociada al cyberpunk, en una sociedad futurista y postapocalíptica. En el video se ve a Leon Clef pintando una obra en óleo sobre lienzo, con un contraste permanente entre la luz y la oscuridad. Al comienzo, el artista, vestido de blanco, se alista para presentar su obra. Ahí, se transporta al tiempo en que estuvo pintándola, en un recinto oscuro donde llegan personas macabras vestidas de negro, que podrían metaforizar sus demonios internos.

Estos personajes lo rodean, lo mortifican y lo torturan. Luego aparece una mujer que riega en la cara de Leon Clef una especie de pócima y esto facilita que el artista termine su obra, aliviado, como si la mujer representara un polo a tierra para él. Después se le ve fumando, sincronizado con uno de los hombres de negro que se mueve igual. Este hombre oscuro es, al final, quien presenta su obra en una suerte de desdoblamiento, de juego de doppelgängers.

El quinto y último tema de Abracadabra se llama Inocencia. Es un tema más pausado y orientado al rock el español y al pop. Aborda el desamor y la marchitez de quien pierde su ingenuidad en una relación que tomó un vuelco tormentoso. El protagonista lanza un reclamo a la persona que alguna vez amó y le pide dejarlo en libertad.

«Y aquí estoy, pensando que no hay respuestas. Y es que el amor, se fue acabando con promesas. Y sin cumplir, fueron matando la inocencia. Y si es que hay una señal, dime por dónde es que se encuentra»

En el coro de Inocencia, el personaje anhela la fortaleza que ofrecerá la separación definitiva del otro. En algún momento, aparecerá ese quiebre, esa ruptura que le facilitará el camino para volver a tomar un vuelo autónomo.

«Déjame ser, déjame ir, deja que vuelva la inocencia. Y sin saber, estoy feliz, porque por fin noto tu ausencia»


Tomar distancia de las fórmulas, de los lugares comunes, es una enorme virtud para un proyecto musical, sobre todo en un presente de tanta homogeneidad, tanto remix e intertextos distanciados por escasos grados de separación. Ahí reside el enorme valor agregado de Leon Clef, con Abracadabra: una obra tocada por una varita mágica que, con enorme mérito, la dota del encanto de sonar a sí misma.

Mira también:

‘Más allá del mundo’, el nuevo oráculo musical invocado por la Burning Caravan.

El regreso de Asuntos Pendientes: Ska elevado para tramitar los duelos.

‘Gigantes’ de Tequendama: Lustrando el brillo de la creatividad musical.

‘Ahora o nada’ de Astronova: rock alternativo con espíritu ramonero.

‘En surcos de dolor’, el timonazo de Mástil por la memoria de nuestras víctimas.