Por: Álvaro Castellanos | @alvaro_caste – Periodista, editor web y creador literario
La artista de Medellín se la juega con un lanzamiento lleno de singularidad, basado en ritmos ancestrales y apoyos electrónicos.
No es fácil desarraigarse de la hispanidad y el eurocentrismo que hace siglos nos impusieron los llamados colonizadores. Esta visión de mundo ha sido sistemáticamente perpetuada en libros de historia y acentuada por un peso religioso muy determinante en nuestros relatos de nación. Por fortuna, detrás de la invisibilización de las raíces de nuestros pueblos originarios, han sobrevivido nichos que resisten al negacionismo del pasado y a la indiferencia de un presente regido por narrativas anglocentristas e impuestas por el mercado. Parte de esa resistencia reposa en las artes y la música como vehículos para reivindicar la dignidad ancestral. Una pelea dura y de largo aliento, que una artista como Animaleja de Medellín está dispuesta a dar. Alzando estas banderas, la cantautora presenta Lamento Trance, un sencillo donde el bullerengue se potencia con elementos electrónicos, en una hibridación musical que toma riesgos muy bien ejecutados.
Animaleja lanza ‘Lamento trance’, un ritual sonoro en busca de la identidad.
Lamento Trance hace parte de un EP llamado Enraizada, en el que Animaleja deja clara su dedicatoria autóctona, a partir de un sonido descentralizado en el que también recupera ritmos territoriales, como la cumbia y el currulao. Durante 4 minutos y 13 segundos la artista construye un paisaje sonoro natural, animal, de diversidad y reconocimiento de nuestra conexión con la naturaleza: otra noción despreciada por el extractivismo neoliberal.
La canción comienza con una polifonía de pájaros cantando y perros ladrando. La atmósfera natural introduce tamboras, aplausos y voces corales femeninas. Y, al cabo de un rato, la voz de Animaleja se hace un campo entre las percusiones orgánicas.
«En busca de las raíces. Huyendo de las raíces. En busca de mis raíces huyendo de mis raíces».
Los primeros versos de la canción plantean una dualidad. Ese concepto milenario de oriente y occidente para explicar el comportamiento humano. A manera de letanía, de una repetición que retumba hasta el alma, Animaleja aborda en simultáneo un acercamiento y una lejanía frente a su naturaleza ancestral. Su búsqueda, como reconocimiento de la esencia que nos ata a nuestros orígenes; y su huida, como consecuencia del desarraigo cultural, de las paredes construidas en frente nuestro para evitar esa conexión.
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La atmósfera ritual y los aullidos de mímesis con la naturaleza vienen reforzados por una potencial vocal catártica. Apoyada en una percusión múltiple, acordeones cumbieros, tambores e insumos electrónicos, la canción avanza hacia otra intervención vocal, ligeramente rapeada, que repite sostenidamente el hartazgo frente a un statu-quo que actúa como antagonista para despersonalizar nuestra identidad.
«Y vo’a votar por tener que escapar de un juego en donde todo siempre estará mal».
Sintetizadores y loops ingresan en la continuidad de Lamento Trance, recordando referentes como Lido Pimienta y Quantic, cuyas músicas alternativas con ganchos pop y electrónicos han ganado popularidad en escenas más mainstream de la música actual.
«¿Cuál es mi origen? ¿Cuál es mi origen?».
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La réplica de la voz narradora, desgarrada y prolongada, se repite en medio de juegos sonoros, donde los apoyos electrónicos reclaman protagonismo. Aires cumbieros y un collage coral, que se corta y se pega, generando un loop intencional con toques de trip-hop, desembocan en la polifonía inicial de pájaros trinando en un ambiente natural para dar por terminada la canción.
Lamento Trance está acompañado de un videoclip que refuerza las intenciones que la canción evidencia por sí sola. En su arranque, la imagen recorre un bosque mediante un travelling y encuentra un cuerpo desnudo. Animaleja aparece, de noche, con los pies metidos en el agua, en medio de una iluminación verde y magenta. Se ven flores amarillas enredadas en su pelo y flotando; y cuerpos bailando al son de la canción. Un ritual performático en tributo a la madre tierra frente al amanecer que se anuncia entre las montañas. Con los rayos del sol a plenitud, reaparece la artista con un arreglo de ramas delgadas y flores secas en su cabeza. Mientras el hombre y la mujer que la acompañan bailan fusionados, vuelve la noche atada con el amanecer y el cierre del video.
Alejandra Cárdenas es el nombre de pila de Animaleja. Su proyecto como solista comenzó en 2019 y pretende entregar un mensaje de identidad y sensibilización frente a tantas bondades naturales que damos por sentadas. En ese camino va focalizada su propuesta. En reconocer, mediante un sonido singular y confluido con toques pop, las raíces originarias de un pueblo multicultural y diverso como el colombiano, en donde la naturaleza, adolorida, reclama un lugar estelar que jamás debió perder.
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