‘Magnetismo’ de Biosatélite: un viaje interior para desautomatizar la realidad

Por: Álvaro Castellanos | @alvaro_caste– Periodista, editor web y creador literario

Si el realismo es un reflejo del mundo como lo conocemos, rutinario y decepcionante, las artes más arriesgadas tienen el poder de soltarse de los cánones y desautomatizar nuestro entendimiento. Darnos una patada en la cabeza para que nuestras mentes vuelen fuera del cascarón de lo racional. Por este camino va la propuesta de la banda barranquillera Biosatélite y su último sencillo, ‘Magnetismo’: una travesía cósmica de rock alternativo con alcances ambiciosos que, como el nombre de la canción sugiere, busca seguir atrayendo a un fanbase inquieto y dispuesto a alimentarse de nuevas posibilidades musicales.

Biosatélite: un sonido alterado y envolvente.

Cuando las artes se libran de la atadura de lo convencional, sus horizontes son infinitos. En este sentido, el discurso de Magnetismo parece emerger de la premisa de analizar las leyes básicas del universo para, sólo así, entrar a desarticularlas. Es una canción de líricas espesas que toma insumos sonoros de Radiohead, MGMT y otros actos estelares del rock indie internacional, para transformarlos con autonomía. La canción interioriza la observación del movimiento de los cuerpos y la ley de causa y efecto. Propone una observación del caos. Una paradoja ininteligible que nos tiende la mano a través de casi cuatro minutos de un viaje introspectivo con mucha personalidad.

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«Observando la simplicidad del movimiento quedo atento y este paso a la reflexión se ha vuelto turbulento muy lento»

Chocar ideas aparentemente opuestas con efectos sensoriales y ponerlas a convivir es una característica de Magnetismo. Lo turbulento y lo lento plantea una antinomia con el lenguaje. Como apresurarse despacio o una tempestad silenciosa. Efectos líricos que también saltan a lo musical. La voz, arrulladora y retumbante, viene atada a los acordes simples y sostenidos de la guitarra y a una distorsión prolongada que también se contrae. La batería, al estilo de bandas como Bloc Party, lleva su propio vértigo y reclama un protagonismo especial al romper con la predominancia del redoblante, para hacerse sentir con el bombo, el cual se impone en momentos definitivos en que la canción toca su clímax.

Un lyric video acompaña a Magnetismo. En términos técnicos, la puesta en imagen presenta una animación experimental, que mezcla varias técnicas como la animación tradicional de cuadro a cuadro, el cut out, el liquid motion y la composición entre video y fotografía. En términos interpretativos, es una apuesta psicodélica y multicolor de texturas y formas. Un recorrido interior de percepción alterada y que, como las letras, insiste en la desautomatización de la realidad. Unas rodajas de pizza. Un puño que se transforma en un ojo, en una media luna, en una cara, en una mano cuyos dedos desembocan en manos infinitas. Un rostro desbaratado y cubista, donde un brazo que se desprende de la oreja se pone un cigarrillo en la boca. Y todo esto pasa sólo en los primeros diez segundos.


Con una imagen distorsionada, propia de finales de los ochentas y comienzos de los noventas, el videoclip recupera una estética acaso nostálgica que se está viendo en producciones audiovisuales actuales de bandas como Turnstile. El cosmos, nuestras fibras y células como parte de un todo es un elemento que tiene que ver con la canción. En este caos armónico, el magnetismo aparece para atraer, pero también para repeler. Y finalmente, como dice la canción, derretirnos por dentro. Una ruptura musical que, más allá que entenderla, vale la pena disfrutarla.

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