Vanessa Alanís, encontró en Francisco Gabilondo Soler una manera más real y original de rescatar su gran obra.
Vanessa Alanís es una mexicana que se mudó a Argentina en 2007 para trabajar con Pablo Pozzi en el programa de Historia Oral de la UBA. La primera pandemia, la gripe H1N1, la alejó de la universidad por estar embarazada y ahí dejó la academia, pero nunca su pasión por aprender y enseñar. Por eso se convirtió en educadora musical y empezó a dar clases de música y movimiento en inglés, posteriormente, cuando sus hijas crecieron, y empezaron a traer la música local a su casa, comenzó a recordar las canciones que le cantaba su mamá, y también la música que se aprende en la escuela en México, de ahí su reencuentro con Cri-Cri y la revisión historiográfica de la obra de Gabilondo Soler.
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En el 2017, con el terremoto en CDMX, la comunidad mexicana en argentina se unió para acompañar económica y moralmente a los rescatistas y algo que los emocionó mucho fue escucharles cantar Cielito Lindo de madrugada. Es un himno de esperanza ante la adversidad. Un estandarte que fue importante en esos momentos y ahora en la pandemia sigue siendo vigente: Canta y No Llores.
Vanessa retoma uno de los proyectos más importantes para la niñez, el gran legado de Francisco Gabilondo Soler. Su obra es patrimonio de la humanidad y una responsabilidad para la artista como historiadora mexicana, difundir su obra en la comunidad de Buenos Aires.
Es muy emocionante saber que hay muchas familias en el cono sur que cantan la Marcha de las Letras y el Ratón Vaquero gracias a su esfuerzo por difundir su obra en Argentina.
Sobre su conexión con María Elena Walsh, la artista cuenta «Escuché un recital a María Elena Walsh, cuando se presentó el libro “Entre las hojas que cantan” de la editorial Diente de León, y fue un momento decisivo en mi carrera. En Argentina, todos y todas están influenciados por la gran María Elena, seas músico o arquitecta, encontrarla, estudiarla, admirarla ha sido increíble; me encontré con una poetiza viajera, expat, bicultural, de ascendencia inglesa, feminista, lesbiana, promotora de la difusión de la obra, por encima del derecho de autor. Defensora de la infancia como un proceso mágico que afecta a niños, niñas y adultos a la par, he dedicado mucho tiempo de los últimos 4 años en estudiar las similitudes y diferencias con la obra de CriCri y es mi intención llevarla de mi mano a México para que la conozcan también».
En la Pandemia, Museo Papalote les abrió las puertas de sus canales digitales para hacer un programa de seis cápsulas para viajar de Buenos Aires a México a través de los cuentos, las tradiciones y la canción.
«Mucha gente que confía en mi proyecto donó dinero con nuestro streaming. Y aunque ninguna autoridad nos agradeció el gesto, para mí fue importante apoyar al Papalote porque cuando mis sobrinos eran pequeños, fuimos muy felices disfrutando ese maravilloso museo», agrega.
«Canta y No Llores es un proyecto mágico que tiene una energía especial. Este año vamos a seguir tocando en vivo respetando protocolos y reinventando los formatos de la banda dependiendo las circunstancias. Nos ha ido muy bien, ya sea a modo solista, en dúo, trio o la gran banda. Tenemos el apoyo del gran productor Acho Estol que produce las canciones que presentamos en nuestros espectáculos y cada vez más librerías, centros culturales y museos nos convocan», menciona.
«Quisiéramos poder tocar en hermosos jardines del mundo nuestras canciones de flores y pájaros, ya hay varias en las plataformas digitales: La Jardinera (Violeta Parra), De Colores (canción popular mexicana), Colibrí (primera composición original de Vanessa Alanís) y en algunas semanas estrenamos nuestra versión de Canción del Jacarandá de la gran María Elena Walsh»., concluye.
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