Con un aire melancólico y muy personal, Alea nos muestra un pedacito de su infancia y de su historia en ‘Aire Guajiro’. La canción está influenciada por el Paseo Vallenato de provincia, pero con una armonía contemporánea y juguetona.
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Los conocedores de la música tradicional colombiana saben de sobra que el vallenato es parte esencial de la identidad y memoria colectivas, que el género se lleva en la sangre y que tiene un poder de evocación profundo y sentimental. Saben también que, tradicionalmente, es un estilo en el que las mujeres tienen poca presencia, pero esto ha ido cambiando gracias a artistas que, como Alea, lo aplauden, lo apropian y lo muestran al mundo.
Coescrita y producida por Sinuhé Padilla-Isunza, gran compañero de aventuras musicales de de la artista, ‘Aire Guajiro’ tiene un poder ambivalente: por un lado, es un homenaje al padre de Alea y a la tradición musical colombiana; por el otro, es una abierta invitación a dejar atrás aquello que ya no nos satisface, por ejemplo: la exclusión de las mujeres en un género que, en sus voces y manos, se revitaliza y reinventa. “Crecí con el género, lo llevo como en la sangre, y aunque digan que el Vallenato no es femenino, hay muchas mujeres como yo, trayéndolo al siglo XXI”, comparte Alea.
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Fue grabada y mezclada en Jarana Records en el Bronx, NY. Y la masterización estuvo a cargo del Ganador del GRAMMY Luis F. Herrera en Masterhead Lab Mastering Studio.
Como ya es habitual en su trabajo, Aire Guajiro contó con la participación de músicos invitados: Franco Pinna en la batería; Jonathan Gómez en el cajón y la guacharaca y Sinuhé Padilla-Isunza en los coros, la leona y la guitarra, forman un primer bloque de invitados. Pero el punto clave para este tema vino por parte de Miche Molina, acordeonista del municipio colombiano Juan de Acosta, quien «materializó nuestra nostalgia en las notas de su acordeón y le puso ese toque provinciano que tanto buscábamos».
«Habla de alguien que recuerda a su gente desde lejos e intenta pintar con palabras aquellos paisajes guajiros, sus sonrisas, el baile, el vallenato y la familia. Son los recuerdos de los encuentros en ‘la casa de La abuela’, como decíamos; de esas parrandas con los tíos, tías, primos, primas, hermanas y abuelos hasta el amanecer, tocando guitarra. Recuerdos de mi infancia y mi historia, donde intento capturar esa elegancia guajira y mi perspectiva del mundo arrullada por aquel viento fresco y ese sol enceguecedor», explica Alea.
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