Rock al Parque 2017: contribuyendo a una paz que se construye entre todos

Por Pablito Wilson – Colaborador Colectivo Sonoro.

La nota que viene a continuación es tan larga como el festival mismo. Buscar palabras claves o nombres de bandas favoritas, puede ser una buena forma de obviar información que para usted quizás no sea tan relevante y de que usted pueda acercarse a las propuestas que más le interesan.

Foto: Jhon Paz.

Día 1:

Mira las mejores imágenes del día 1 de Rock al Parque 2017.

“El primer Rock Al Parque del posconflicto”, lo tituló acertadamente Juan Sebastián Barriga en Noisey (Vice). Podríamos pasar horas escribiendo páginas y páginas de análisis sobre el festival, y les aseguro que nadie –ni siquiera quién ahora buscará reseñarles con lujo de detalles las presentaciones de este fin de semana– llegaría a una conclusión tan pero tan acertada.

Quizás el argumento más sólido para hablar de invitar a la no violencia entre ciudadanos colombianos, es el simple hecho de que todos venimos del mismo lado y que aunque hayamos pasado por situaciones adversas que hayan contaminado nuestra esencia, compartimos las mismas raíces. A eso le canta Headtambó: a las raíces. A las colombianas y a las indígenas en general. Durante su show en el escenario Eco, utilizaron algunas canciones propias como “Mambaco” o “Ataca la piraña” para desplegar un sonido que con percusiones, congas y bongós nos recuerda de dónde venimos; y nos recuerda los inicios de agrupaciones internacionales como Sepultura o Puya y nacionales como Insane o De2. Teniendo en cuenta que tocaron temprano, hay que remarcar que lograron un buen número de personas en su público. El único lunar de su show fue el cover de “Erizo” de Puya: una canción que exige demasiado en los gritos y que los estanca en su zona de confort, situación que tal vez comenzaría a romperse con otro tipo de homenaje. Precisamente hace años, Puya, cortó el cordón umbilical con un notable cover de The Police.

Los Rolling Ruanas. Foto: Jhon Paz.

Antes de que me olvide, destaco el escenario. ¡Por fin Rock Al Parque entendió que había que ampliar la tercera tarima! Enorme acierto. Además, esto se tradujo en que el público de esta área superó al de todas las demás ediciones del festival. Propuestas como Los Rolling Ruanas, 8BM, Salt Cathedral y La Santa Cecilia fueron algunas de las pudieron sacarle provecho a esto; pero ya llegaremos a ese punto.

Lo que para esos momentos comenzaba a sonar en la tarima Bio no parecía ser Poker, al menos no para quiénes veíamos a este power trio de chicas por primera vez. Luego haberlas explorado en videos como “Grita” o “We are Poker”, un seguidor podría esperar una propuesta más rocanrol; pero la verdad, fue metal puro y duro lo que las chicas brindaron –las referencias a Kittie (me) son inevitables. Fuertemente criticadas por las envidias del entorno las chicas salieron a demostrar lo que mejor saben hacer, tocar. Una cosa es saber que no paran de girar por el país y que siempre están ensayando y grabando, y otra verlo en tarima: por cierto gran detalle el de lanzar el frisby (con el disco pegado). En la Eco sonaba Organismos, el relativamente nuevo proyecto de Carlos ‘La Bruja’ Pérez de Parabellum que mezclaba varias vertientes del metal con grindcore y crítica socio-política. Mientras tanto en el Plaza debutaba la antirracista y metalcorera Heaven Shall Burn de Alemania: ofreciendo un show sin fisuras (salvo por el sonido del escenario que malogró todas las presentaciones del día). En este sonaron canciones como “Combat”, “Endzeit” y su nuevo sencillo “Corium”.

Darkness. Foto: Jhon Paz.

Lo más emotivo del día fue el show de despedida de Darkness. De puertas para adentro, circulaba que fue la banda la que solicitó a Idartes el espacio para poder regalar un último show a todos sus fans y brindar una presentación tan conmovedora como la que dieron. Palo tras palo, desde “Espías malignos” hasta el incluyente cierre con “Metalero” (o “Metalera”). Al menos a mí como argentino me costó pensarlos sin conectarlos con Hermética, probablemente una de sus tantas influencias y otra propuesta que al igual que ellos dota su metal de clásico rocanrol. Sonaron también “1914” y “Este es el paraíso”, en una presentación dónde la banda no perdió oportunidad para recordar que los colombianos “sufrimos de ‘Guerrofobia’” y hacer una de las invitaciones más importantes del festival: “Ustedes no van a iniciar una guerra con su vecino, ustedes no van a iniciar una guerra en un bus público”.

“Encontré en la cumbia una paz”, diría minutos más tarde en conferencia de prensa, el cantante Rodrigo Vargas; refiriéndose a su proceso personal como músico y profesor.

No vi el homenaje a Kraken, pero a juzgar por lo que me dijeron muchos periodistas se resume en las palabras de un amigo: “Elkin Ramírez le dio 30 años al rock colombiano, para que le hicieran un tributo de 4 minutos”. Para la próxima una banda tributo con músicos de la escena, ¿no? O quizás montar a Kraken en el formato que están presentando a través del país con la participación de cantantes amigos.

Death Angel. Foto: Jhon Paz.

Luego de un breve sondeo entre el público pude percibir que –para muchos– la agrupación de la noche fue Death Angel (“The Ultra-Violence”, “Father Of Lies”, “Kill As One”). Supongo que esto sucede por dos razones: Que el thrash de esta leyenda metalera se acerca más a los gustos del público convencional del festival y que el amado escenario Plaza también le jugó malas pasadas a los imponentes Lamb Of God. Fue muy bonito ver a Randy Blythe (cantante) recordando que la primera vez que pisaron Colombia fue en 2010, que luego vinieron a un show con Hatebreed y que ahora esta no solo era su presentación más multitudinaria en el país, sino en el mundo –al menos unas 70.000 almas. Luego de tan bello reconocimiento, ni los apagones en su voz (otra vez el escenario jodiendo) opacarían canciones como “512”, “Walk with me in hell” o “Engage the fear machine”.

Día 2

[Fotos] Diversidad, juventud y talento fueron los ingredientes del segundo día de Rock al Parque 2017.

Tijax fue la encargada de abrir en el escenario Bio los sonidos del segundo día. Las referencias a Doctor Krápula son necesarias, más cuando David Jaramillo es su productor; pero lo destacable de esta agrupación, es que ese mismo camino que en algún momento recorrió Krápula, ellos lo están cruzando de forma diferente. Más anclados en el groove y en el reggae y enchulados con una poderosa vocalista adolescente que podríamos ver parada como solista cantando un Jamming Festival (recordemos que la banda hace parte del programa CLAN de IDARTES, que busca fortalecer las capacidades artísticas de niños y jóvenes de Bogotá), encendieron la tarima y mostraron que más importante que su show del domingo, es lo que puede pasar con ellos cuando tengan su disco listo y salgan a comerse la calle. Se entiende por qué David los presenta en tarima y canta dos canciones con ellos y se reconoce que el sabroso golpe ragga es un plus en las canciones. Pero para futuras presentaciones, quizás sea buena idea dejar a los chicos un poco más solos; de haber sido así el show habría sido igual de bueno y no habrían tenido problema alguno en destacarse en el festival.

Otro momento hermoso de la jornada: Enepeí. Agrupación conformada por Alejandro Monroy, José Rodríguez, Andrés Garzón y Shine Deges que venía presentando su EP ‘Tierra de Dios’ y un sencillo muy circulado en redes sociales titulado como “Blues cumbiero”. Una canción que aunque no lo parece en las primeras escuchas, tiene mucho de este ritmo madre folclórico nacido en Colombia (la percusión del final, por ejemplo) y merece estar en algunos de esos Cañonazos bailables que salen en los diciembres. Al menos yo lo pensé así, luego de que para su cierre con esta canción los Enepeí subieran una pareja de bailarines de cumbia a la tarima. No sé cómo expresárselos, busquen fotos y videos: fue realmente un momento único. A partir de hoy solicito que si algún día me ven deprimido o con deseos suicidas, me inviten a un show de este fantástico cuarteto.

Cómo asesinar a Felipes está en el Top Five de las bandas latinas más raras que vi en mi vida. Un DJ conspira constantemente con un vocalista que más que hacer hip hop, parece estar predicando que todos nos vamos a ir al infierno. A veces suenan las palabras que escupe en su micrófono, a veces lo que parecen ser delirios de su mente y vienen en forma de grabaciones del tipo que está atrás masturbando el tornamesa. A uno o medio kilómetro de distancia Los Crema Paraíso parecen una banda en la que todos sus integrantes escucharon cíclicamente “Cachipay” como única canción de cuna. Sus joropos desestructurados y sus coqueteos con el rock, la cumbia, el funk; parecen haber cumplido las enormes expectativas que había respecto a su presentación.

Los Rolling Ruanas. Foto: Jhon Paz.

Los Rolling Ruanas encarnan todo lo que debe ser una banda de rock, obviando el que para muchos es el más importante de sus elementos: la guitarra eléctrica. También, toda la esencia de lo que podríamos denominar ‘rock millenial’ –permítanme explicarlo así no caemos en ofensas no pretendidas. Un grupo de amigos que se junta a hacer covers de rock and roll clásico (más adelante rock contemporáneo también) en formato de carranga y se viraliza en la web. Luego trabaja duro, sale a tocar, graba un muy elaborado primer álbum (segundo disco) y reúne seguidores en Rock Al Parque como si se tratara de un youtuber en una feria del libro. Su interpretación de “Toxicity” de System Of A Down (medio millón de vistas en la plataforma más popular de videos) fue una lección contundente para los detractores de la visión tan amplia de rock que tiene el festival, algunos de ellos, presentes en el pogo. Sería injusto no mencionar que la respuesta fue la misma tanto durante sus tres covers, como en canciones como “Maleza”, “María Guadaña” o “Ruanas On”. Otra cosa, entraron por CON-VO-CA-TO-RIA, no por invitación como muchas bandas que sí son reconocidas indiscutiblemente como “de rock”.

El único problema con H2O es que cuesta entender por dónde va el punk que hacen. A ratos parece californiano y súper cercano al neo-punk, a ratos propio de un grupo de chicos que creció idolatrando a Rancid. Lo que no se les niega es la energía, ya los había visto en Pereira y en ambas ocasiones parecía inagotable. Según páginas de internet hicieron 18 temas (durante el show no los conté), así que por esa magia que nos da el punk de ofrecernos demasiado en pocos minutos, abundaron joyas como “Everready”, “One life, one chance”, “Use your voice”, “Nothing to prove” o “What happened?”. Alguien que me ayude a hacer memoria, en Pereira en Convivencia Rock cerraron con la misma, ¿no?

8BM. Foto: Jhon Paz.

8 Bits Memory, como ya había dicho antes, supo aprovechar la ampliación de la tarima al máximo. Ofreciendo un show con VJ a bordo y un juego de luces simplemente impresionante que nucleó tanta gente como Pornomotora solía reunir en sus mejores épocas. Es bonito ver cómo los tiempos cambian y nacen nuevos ídolos, 8BM tiene todo para ser una de las –nuevas– grandes bandas del rock nacional. Su rock en clave 8 Bits nos evocó video juegos como Asteroids (“Asteroids”) y Contra (“Red falcon conspiracy”) en un show que el propio grupo reconoce haber preparado para que fuera –hasta el momento– el mejor de su carrera. Luego vino el casi cierre con Elkin Robinson, plagado de delicadas, orgánicas, trabajadas, contagiosas y festivas canciones isleñas cantadas en creole (inglés sanandresano). Si no estuvieron para el cierre con “Come round”, corran a buscar el video.

Y por fin el momento más esperado por todos los asistentes del festival… Mentiras, solo una pequeña broma para los fans de Obituary; con quiénes me disculpo porque haber deseado durante 13 años ver a Macaco en tarima, es la razón por la que no puedo hablarles de este gran ícono del metal.

Escucho al catalán Daniel Carbonell Heras desde la época de su tercer disco ‘Entre raíces y antenas’ (2004) y pienso que con algo de distancia viví la transformación de su sonido mestizo en una propuesta un poco más cercana al pop. Lo que no es malo, uno quiere que los artistas que abraza como ídolos crezcan. Pero eso me hizo extrañar canciones muy importantes de su discografía como “S.O.S.”, “Todos” y “Madre tierra”; aunque no impidió que me conectara con “Semillas”, Love is the only way”, “Moving”, “Tengo” o con esa versión power-ballad flamenca de “Con la mano levantá” –muy superior a la original e incluso a la que hicieron con Estopa años atrás. Cierre inesperado con el coro de “Killing in the name” de Rage Against de Machine. “Monkey Man”, ¡no te tenía tan metalero pibe! Volviendo al mensaje de Barriga en Vice remarco las dos exigencias de este músico en el festival: Sanidad pública y reivindicación de la lucha popular. Juanma, si queremos paz esto también es importante: Fuerte abrazo.

Día 3

Así fue el cierre, en fotos del último día de Rock al Parque 2017.

Sin pudor la daba toda en el Plaza y el público preparado para 2 Minutos respondía, pero una propuesta estelarizada por Luis Ramírez de Kraken y el ‘undergroundmente’ reconocido Patricio Stiglich no podía pasar desapercibida. Eso es Indio, o al menos una parte. Propuesta cuasiindígena que alterna entre los dulces y tenues sonidos del folclore y las descargas eléctricas del rock. Como solo pude verlos por veinte minutos, aprovecho para invitarlos a explorar su álbum debut en plataformas online. En él encontré sorprendentes la orgánica apertura con “Holograma” y el cierre acústico y visceral con “Lugares”.

2 Minutos. Foto: Jhon Paz.

Está claro que 2 Minutos se merecía este show, este escenario Plaza, este espacio después de tantas guerreadas visitas a Colombia; lo que no está claro es sí Rock Al Parque estaba preparado para recibirlos (público incluido). Puñales y algunos barristas descontrolados, hacen pensarlo de esta manera –hablo solo de algunos, ya que al menos el público futbolero que estaba en la parte posterior parece haber estado a la altura del evento. Al igual que H2O, 2 Minutos (con extenso cancionario a cuestas) puede hacer maravillas en poco tiempo: “Valentín Alsina”, “Qué yeta”, “Todo lo miro”, “Otra mujer”, “Demasiado tarde”, “Lejos estoy”, “Canción de amor” (sí, la de “cerveza yo te quiero…”), “Borracho y agresivo”, “Arrebato”, “Piñas van, piñas vienen”, “Ya no sos igual”, “Como caramelo de Limón” (melodía popularizada por el ídolo bailantero argentino Ricky Maravilla que esta banda de Lanús inmortalizó entre su discografía) y “2 Minutos” entre otras. ¡Mención especial al pibe que se fue disfrazado de Jason en homenaje a una de las canciones del grupo!

Para cuando finalizaron, Catfish de Francia impresionaba en la tarima Eco a una nada reducida audiencia en la que al menos tendrían que haber ya unas 7.000 personas. ¿Su apuesta? Indie muy fiestero, interpretado únicamente por un guitarrista y una vocalista que también le pega a los bombos. Poco tiempo después, Acid Yesit de Pasto mostraba la propuesta más difícil de describir del festival; por ahí escuché que alguien los comparaba con Meshuggah y con Primus, y a mí me recordaban a Five Iron Frenzy (aunque no me sonaban exactamente parecidos, seguro fue por la forma de usar los vientos). Luego, una chica me complicó más las cosas cuando me dijo que parecían a una de esas bandas marciales de los colegios estadounidenses. Salt Cathedral disfrutaba del cada vez más concurrido público de la tarima Eco, definitivamente “Unraiveling” (la canción que hacen con Matisyahu) no tiene nada que envidiarle a los grandes hits de pop mainstream. Interesante el cover de “Say my name” de Destiny’s Child.

Panteón Rococó. Foto: Jhon Paz.

El show de Panteón Rococó fue muy parecido al del Jamming Festival (para los que estuvieron por allá 15 días atrás), pero contó con regalitos musicales como “Buscándote”, “Acábame de matar” y “Esta noche” que no sonaron entonces (se aceptan correcciones). Lo impresionante de ver a los Rococó es que son como un buen vino (ya sé, disculpen la metáfora tan pedorra, pero así es). 22 años de trayectoria los hacen sonar mejor que nunca, o al menos mejor que en 2003 cuando vinieron por primera vez. Como argentino criado en Colombia encuentro emotivo que estén tocando tanto “Cumbia del olvido”, composición nacida de un género local como la cumbia (valga la redundancia), hecha por una banda mexicana (¡Duh!) y producida por un argentino: Flavio Cianciarullo de Los Fabulosos Cadillacs. Desde luego que no podían faltar “La dosis perfecta” y “La carencia”. Tampoco los gritos de paz de Luis Román Ibarra (mejor conocido como Dr. Shenka, cantante), que invitaban a enseñarle a los medios de comunicación como en el pogo los amantes del rock se cuidaban los unos a los otros. Dato de color: Los Panteones no tenían mucho tiempo para la rueda de prensa, o pretendían salir rápido. Pero no pudieron: los fanáticos los retuvieron en la sala para hacerles preguntas y entrevistas; y ellos, tan buenos tipos y cálidos como siempre, no se fueron hasta contestar todas las preguntas (algo así como cuando yo les hinchaba las pelotas a mis 17 años). Shenka incluido, que ni siquiera pudo secarse el sudor exponiéndose a una de las tan populares gripas bogotanas.

Imposible no enamorarse de la Marisoul de La Santa Cecilia: alegre y saltarina con su precioso vestido amarillo y su brillante sandía bordada, colocando a bailar a todo el mundo con “Sucede” y “Monedita”. ¿Vieron que el baterista era Andrés Torres? ¿El que produce “Despacito”? Yo tampoco, pero el amigo Jorge Cubillos de Black Pop me pasó el dato. Lo mismo pasa con Mon Laferte, quién según Diana Benavides, periodista amiga y creadora del documental ‘Estado: Independiente’ (recomendadísimo y eso que solo he visto el ‘trailer’) dio un show corto pero sustancioso. Arrancando con “Tormento”, pasando por la infaltable “Amárrame” (la que hace con Juanes) y una versión de “El diablo” con Shenka de Panteón Rococó; incluso ofreciendo un notable cover de “Si una vez” de Selena para todos los presentes.

Draco. Foto cortesía: Juan Pablo Pino – Publimetro.

Draco del otro lado exploraba casi por completo su histórico ‘Vagabundo’, en un show que para muchos pareció ser el más feliz de su carrera. Se concentró en canciones de este disco, y el público también fue feliz. Más feliz. El plus en su show fue la gran Andrea Álvarez, artista con amplio recorrido en el rock argentino, otrora baterista de Gustavo Cerati.

Emotivo cierre con “Amantes hasta el fin”. Es más… ¿Robi interpretó el álbum en completo orden, no?

Coda: No puedo cerrar esta nota sin hablar de la oficial (o las oficiales) de policía, que aprovecharon su condición para coquetear y manosear a asistentes al festival (una amiga entró casi llorando por eso). El detalle se hace mucho más escandaloso, cuándo se ve un tipo con bolsas de perica gritando “llegó Diomedes” o se ve gente armada. A favor también hay que decir que se vio mucho despliegue policial en las inmediaciones del festival, sobre todo en la salida del evento; y que Chucky García se merece un aplauso por lograr un cartel de lujo con la reducción presupuestal de Peñalosa a bordo (propuestas como Mon Laferte, Los Caligaris, La Santa Cecilia, Panteón Rococó vienen en su mejor momento hasta la fecha). Aplausos por la variada oferta gastronómica y por las deliciosas empanadas de 2.500 capaces de calmar fácilmente paladares hambrientos y faltos de liquidez económica. Comentario extra para las bandas locales que se emputaron en entrevistas: lograr una conexión óptima en el Parque Simón Bolívar no es precisamente una tarea fácil. Por otro lado, el internet lo pone el distrito, no el periodista.

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