Desde rap urbano hasta psicodelia tropical, pasando por swing, pop, reggae y rock entre otros, vivimos quizás el día más variado del FEP hasta ahora. Muy temprano ALI A.K.A. Mind inició el Festival con sus líricas profundas y conscientes, abriendo un nuevo espacio para la música urbana en los carteles venideros. Buendía en la tarima Budweiser nos llevaba por paisajes sonoros con sus instrumentos y psicodelia, mientras que Elkin Robinson, nos llevó a San Andrés y Providencia por un ratico con sus alegres melodías.
La champeta estuvo presente en Estéreo Picnic, así como suena, y fue Bazurto All Stars, quiénes con un espectáculo de baile, luces e incluso fuego llevaron la música cartagenera a la octava edición del Festival. Nidia Góngora, liderando el Canalón de Timbiquí, se encargó de darle una voz a la música de más herencia en el país. Los ritmos africanos más los sonidos del pacífico y la voz de esta grandiosa artista alegraron una tarde que en este momento ya era histórica. Nawal dio el toque reggae al festival, música mágica que nunca debe faltar en los carteles del país.
¡Viva Totó!
Cuando se redacta una reseña de un artista musical, se suelen valorar aspectos fundamentales: melodía, ritmo, puesta en escena, conexión con el público, por mencionar algunos. Cuando nos enfrentamos a Totó la Momposina todos los conceptos y la fundamentación desaparecen. No hay forma de catalogar a una artista de este tamaño, sería un irrespeto valorar a quién ha ayudado a construir nuestro entendimiento musical y cultural. Totó la Momposina es la historia viva de Colombia en escena, para ella, para su música, sus músicos y su presentación sólo nos queda agachar la cabeza, elevar las palmas y agradecerle. Somos su herencia y gran parte de lo que hacemos se lo debemos. ¡Viva Totó!
La mística de los colores y los ritmos
La noche llegó al Festival y con su misticismo presentó a artistas históricas en las diferentes tarimas del Festival. Sublime With Rome apareció en escena y con un “Rest in Peace Bradley Nowell” gritado por Rome, comprendimos que finalmente vimos a una de las bandas más transgresoras de su género y de su época. Will Holland presentó su proyecto Quantic, tan importante para la música colombiana, acompañado nuevamente de Nidia Góngora para continuar con los ritmos latinos y festivos del festival. Cero39 y Chancha Vía Circuito tampoco escatimaron esfuerzos para que los asistentes además de dejar la voz dejaron todas sus energías bailando.
Dicho todo lo anterior, el turno de desatar la demencia fiestera de la jornada fue de Wiz Khalifa. El rapero norteamericano se presentó exhibiendo sus tatuajes, con gafas oscuras y con una energía inédita. Con un setlist en el que abordó su carrera musical, el músico llevó a la frenética audiencia por diferentes emociones. Su rap dio cuenta de sus problemáticos orígenes, mientras que en su hip hop habló del éxito que acompaña la dedicación y el esfuerzo. Finalmente con algo de pop Wiz estalló la noche con sus más grandes éxitos: “Black and Yellow”, “See you again” y “Young Wild and Free, esta última que se ha consolidado como un himno del Festival.
Y el remate se puso a los pies de la fiesta
Gus Gus abrió la tanda de electrónica que tanto habíamos esperado. Con un impecable live, la legendaria banda exaltó a la enamorada audiencia, que simplemente no creía lo que tenía al frente. Fueron décadas esperando a los islandeses. Por su parte Julio Victoria ratificó, una vez más, el talento local. Un live que demuestra porque el carismático Julio está donde está, acompañado además por unas visuales que hipnotizaron al público en show completo.
El ratón se hizo presente. En una presentación que no habíamos presenciado nunca, Deadmau5 se apoderó del escenario Tigo. El histórico productor detrás de la máscara no se contuvo en recursos a la hora de presentar su show de electrónica, siempre tan difícil de encasillar. Dance, techno, EDM, llámenlo como quieran, pero el estallido de beats, las luces en el escenario y la cabeza del ratón nunca se saldrán de nuestros recuerdos.
Richie Hawtin cerró la carpa principal dando una lección de música a los asistentes, imprimiendo en cada bajo, en cada beat y en cada sonido su marca precursora y legendaria. Los asistentes del escenario Moto sólo teníamos que cerrar los ojos pues la música de Hawtin se encargaba de todo lo demás. Finalmente Martin Garrix, el consentido de la electrónica, apareció en escena para terminar de llevarnos al éxtasis. Mientras Garrix mezclaba, la pólvora se elevaba y el público dejaba lo último que le quedaba, sólo agradecimos, pues nos despedimos del último sueño. Porque estábamos a puertas de haber entregado todo durante tres días. Fue una montaña rusa de emociones y sensaciones, fueron muchas alegrías, anécdotas y recuerdos en apenas 72 horas. Lo sentimos y ahora sólo añoramos volver.
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