No me gusta tomarme fotos con los músicos por más fanática que sea de ellos. He tenido la oportunidad de conocer y entrevistar a varios y en algunos casos lo máximo ha sido elogiarlos. Me agrada menos tener que interactuar en sus camerinos. Siento que es su espacio, que cada cual debe hacer su previa y relajarse, embriagarse o disfrutar de lo que piden o dejan sobre la mesa como les venga en gana. Por eso cuando un fotógrafo amigo me pidió el favor de acompañarlo a tomar un retrato a Yelle en backstage, el sí llegó más por el hecho de no quedarle mal a mi amigo.
Ya había visto a la francesa en su primera visita al Teatro ECCI, en 2011. Amé su manera de bailar, la energía, la estética y su show en sí. Ahora, más allá de verla en vivo, debía hablarle para que posara y él lograra una buena foto. Yo incómoda, él nervioso, subimos al camerino de Armando Music Hall para encontrarnos con ella y la banda.
Quien se tope a Julie Budet podría imaginarse de todo menos que es una de las vocalistas más enérgicas en tarima. Posee la belleza natural de las francesas, un gusto increíble al elegir su vestuario y también una timidez extrema. La cantidad de fechas del tour para ese concierto (23 de abril) sobrepasaban los días de descanso que la banda había tenido por lo que al entrar vimos a Franck Richard y a Jean François Perrier (otros miembros de Yelle) aprovechando el tiempo para dormir. Un par de frutas y líquidos sobre una mesa, varias donuts mordidas solo una vez y otros miembros del staff por ahí revisando su celular.
Esperábamos encontrar a Julie en pleno proceso de producción para el show o con alguno de los atuendos ya encima. Pero ella sabe lo que tiene y cómo se ve mejor por lo que no importó que llevase un saco con una figura de lentejuelas, unos leggins y unos Reebok clásicos blancos para sacar una buena imagen.
El pelo liso y sobre un lado de la cara. Unas de perfil, otras mirando de frente al lente. Sonrisa que no muestra los dientes y un porte en el que estiliza su cuerpo y juega con sus brazos y mentón. Ella siguió las instrucciones de David y al final no hubo ni siquiera necesidad de palabras. La foto se logró con lo que hubo por el espacio en el que se encontraba y un nuevo show debía comenzar en minutos.
De la tranquilidad pasó a la euforia, de la sencillez al glamour y del silencio a unas letras que varios (incluyéndome) quedamos repitiendo o intentando repetir en nuestro limitado francés por varios días luego del concierto. (Pueden ver aquí las imágenes del show que David Micolta tomó para Vive In)
De nuevo amé el toque, la escenografía, las versiones de las viejas canciones, la vivacidad de las nuevas y sus coreografías. Me encantó conocerla así no tuviera una conversación con ella, porque aquí, como en muchos escenarios, es mejor dejar que la música y las imágenes sean las que hablen.
Una frase que resume la situación, concedida a la Revista Diners antes de su show.
En mi vida privada suelo ser tímida, pero necesito expresarme de otra forma. Me di cuenta de que cantando podía mostrar mi faceta más alocada; podía decir cosas que tengo dentro, podía bailar para mostrar una parte hasta entonces oculta de mi personalidad. Pero no podría ser la Yelle del escenario todo el tiempo. Eso sería agotador.