
No me gusta tomarme fotos con los músicos por más fanática que sea de ellos. He tenido la oportunidad de conocer y entrevistar a varios y en algunos casos lo máximo ha sido elogiarlos. Me agrada menos tener que interactuar en sus camerinos. Siento que es su espacio, que cada cual debe hacer su previa y relajarse, embriagarse o disfrutar de lo que piden o dejan sobre la mesa como les venga en gana. Por eso cuando un fotógrafo amigo me pidió el favor de acompañarlo a tomar un retrato a Yelle en backstage, el sí llegó más por el hecho de no quedarle mal a mi amigo.