Por: Álvaro Castellanos | @alvaro_caste – Periodista, editor web y creador literario.
La banda ecuatoriana no necesita una sola palabra para decir de todo en esta canción instrumental de sonidos atmosféricos que van del jazz al punk.
El que cree que todo está inventado en las artes y en la música está equivocado. Las expresiones artísticas siempre podrán desautomatizar los cánones establecidos y redefinirlos con astucia, pasando por encima de las fórmulas al servicio de los consumos masivos. Desde Ecuador, la banda Don Bolo lo demuestra con el lanzamiento de Jihad: una canción instrumental de sonidos atmosféricos que van del jazz al punk para reflejar de manera conceptual el hastío hacia los dogmas mesiánicos y guerreristas que se apoderan del mundo.
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Desde su nombre, Jihad da pistas sobre la intención del lanzamiento. Este concepto, que traduce “lucha” en árabe, hace referencia a las obligaciones religiosas del pueblo musulmán de alejarse del mal y acercarse al bien, desde la ética islámica.
Musicalmente, Don Bolo pone a conversar a estilos diversos durante casi cinco minutos. La canción es totalmente instrumental y, por las polifonías que propone, podría dividirse en tres actos. Finalmente, por tratarse de una pieza conceptual su desglose se presta para diversas lecturas.
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Jihad viene acompañada por una producción audiovisual con insumos animados y documentales que cuenta una historia de ciencia ficción. Si bien no es imprescindible hacerlo, escuchar la canción mientras se ve el video nos orienta sobre un contexto otorgado a lo que estamos escuchando. En este caso, se trata de un relato postapocalíptico que, con colores rojos saturados y negros, nos sitúa en el año 2050 luego de una guerra nuclear.
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En esta situación, de sequía y hambruna. aparece una suerte de profeta que promete la utopía de una tierra prometida con vitalidad natural para lo cual propone una última “guerra santa”. Después de esta introducción, el resto del videoclip de Don Bolo lleva imágenes, pero no textos. Por lo tanto, tiene cierto margen interpretativo.
Un riff sencillo de guitarra con toques electro-rock pone a andar la canción. La cadencia de la batería acompaña el primer acto. Vientos agudos de fondo construyen una atmósfera de atosigante junto con insumos electrónicos que van decorando el ritmo. En el videoclip, vemos la imagen siniestra de un profeta que emerge entre la aridez y las balas, unificando a las masas hacia la guerra, la destrucción y el luto.
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En un segundo acto, la aparición de un piano dicta un cambio musical. Los sonidos se aproximan al jazz, el impacto atmosférico es más dramático y el contenido en video lo refuerza mediante imágenes de dolor y de bajas humanas. Sin embargo, el líder mesiánico animado reaparece alzando una bandera y la confrontación guerrerista aumenta. Bombas y ataques aéreos van y vienen al son de instrumentos de sesión que plantean un ensamble progresivo. Bombas y partes del mapamundi que van desapareciendo contrastan con la crueldad del líder mesiánico quien luce sonriente ante el caos.
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Totalitarista, el símbolo de la bandera que alza el personaje tapiza el globo terráqueo. Instrumentalmente, Jihad comienza su tercer acto. Los platillos de la percusión contrastan con las notas del piano en lo que supone el clímax de la canción, justo antes de su final y con la imagen del planeta en llamas sustituyendo a la pupila de un ojo animado en primer plano.
Videoclips como Do the evolution de Pearl Jam o largometrajes documentales como Koyaanisqatsi trazan parecidos con Jihad, por cuanto reflejan a través de técnicas audiovisuales diferentes la misma autodestrucción humana.
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Con Jihad, Don Bolo se atreve a desarticular normas musicales establecidas y, sin decir una sola palabra, lo dice todo a través de este inquietante rompecabezas de atmósferas sonoras donde todas las piezas terminan encajando con asombroso detalle.
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