El Jamming puede darse el lujo de decir que es el festival que más horas de música ofrece en un solo día de los que se han presenciado en Colombia. Aunque en alguna oportunidad repartieron la programación a dos jornadas, idea que al parecer no los convenció por resultados de asistencia, lo que no han variado los organizadores es su propósito de traer tantos buenos artistas en una edición, como les sea posible.
Por el evento ya han pasado nombres como Cypress Hill, Ky-Mani Marley, The Skatalites, Beenie Man, Shaggy, Capleton… y aunque los más fieles siempre se preguntan a quién más van a traer, los anuncios terminan convenciendo por las convocatorias que logran hacer. 2016 fue una comprobación más. Desde el primero en abrir cada una de las tarimas (que resultaron ser 4 o más), figuraban nombres conocidos de la música nacional lo que atrajo a los madrugadores y/o intensos. Si algunos se preguntaban por qué las cobijas o las maletas grandes, la jornada les iba a ir mostrando la respuesta. Lo cierto es que quienes llegaban temprano debían ser conscientes que iban a tener una jornada maratónica de 17 horas de música y demás.
Mucho amor en Bogotá
Más allá de una frase que reúne una forma de pensar, el ‘One love’ fue adoptado por el festival casi como un eslogan. Quizá por eso, algunas veces suena ya repetitivo, pero solo hasta que se presencia en vivo y en directo es que cobra un significado.
Los integrantes de Los Elefantes comentaron en la rueda de prensa posterior a su show que la música jamaiquina y el reggae en particular son alegres pero mantienen un “trasfondo nostálgico”. Aun así, las letras basadas en contextos amorosos, existenciales o que le cantan simplemente a las experiencias de la vida, no atañe solo a este género, y eso quedó demostrado en las tarimas del Jamming. Sí, se tuvo una gran dosis de romance con Dread Mar I, Kafu Banton, Green Valley o Alpha Blondy quien envió un mensaje para acabar el terrorismo desde el corazón, pero otros nombres como Nach o Todos Tus Muertos también promovieron el amor sobre el escenario.
Había fila hasta para el cholao, que resultó ser un éxito de venta; en un punto de la tarde era difícil caminar entre el público por el número de asistentes en la zona que concentraba las comidas, no había venta generalizada de alcohol y faltó un poco de información respecto a la programación de las tarimas diferentes a la principal, pero no se presentó un altercado o hecho que violentara ese sentimiento real de ‘One love’. Viéndolo así, ¿qué pasaría si todos lo adoptamos como un eslogan de vida?
Un público auténtico para la música auténtica
Si los aplausos pagaran a los artistas, los del Jamming (casi todos), habrían salido millonarios. “Nos encanta volver Bogotá”, fue una frase que se repitió en la voz de los visitantes que tuvieron siempre un coro multitudinario como respuesta y un público que se movió al ritmo e indicaciones que le pusieran.
Fue imprescindible la fuerza de los verdaderos frontman para evitar que las personas se helaran o se durmieran así estuvieran como fumadores pasivos. Dread Mar I corrió de un lado a otro del escenario, Saian Supa Crew convocó sonidos clásicos de terror para armar todo un cuento sonoro, Green Valley se bajó a cantar con el público y ni qué decir de Fidel Nadal o Pablo Molina quienes bailaron hasta break dance en el escenario.
Como bien dijo Nach, “esto no podría hacerlo solo”. Al lado de ellos se destacaron los músicos, coristas y grandes bailarinas que estuvieron en las presentaciones. A propósito, que alguien recomiende a J Balvin el grupo de mujeres que acompañó a Papa Tank con el baile, a ver si cambia a los que aparecieron con él en la inauguración de la Copa América.
Algunos problemas de sonido se presentaron en la tarima principal, pero el complemento con las luces y el efecto que se daba en las pantallas al jugar con planos cerrados o bordes especiales de acuerdo a los músicos que se enfocaban, hacían olvidar el tema.
Sin embargo, fue una lástima que las dos últimas presentaciones del festival rompieran el encanto del ambiente que se vivía. De DJ’s con entradas a tiempo, bandas con versiones preparadas y sonidos legítimos, se dio paso a efectos repetitivos, uso de distractores en el escenario y hasta un Sean Paul en mal estado físico. Algo que no se puede prever pero que a esas alturas de la madrugada desalienta, sobre todo ante el deseo de esperar por los “más grandes”. Quizás en otra oportunidad Born Jamericans y Sean Paul se reivindiquen con el público del festival.
La buena noticia, desde el miércoles 16 se podrán conseguir las boletas de la edición 2017. Habrá Jamming para rato…