El ‘Kraken Filarmónico’ fue un álbum orquestal recopilatorio de Kraken junto a la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Se lanzó el 6 de diciembre de 2006 a través de Athenea Producciones tras haber sido producido por la Filarmónica y dirigido por Luis Alberto Ramírez junto al maestro Ricardo Jaramillo. Se grabó en los estudios Audiovisión y en La Estufa y fue masterizado en Abbey Road Studios (Londres, Inglaterra) por Simmon Gibson.
Trece canciones componen esta producción del grupo liderado por Elkin Ramírez donde se destacan temas como ‘Lenguaje de mi piel, ‘Vestido de cristal’, ‘Hijos del sur’ y ‘Frágil al viento’.
Luis Alberto Ramírez, bajista de Kraken, da sus impresiones del disco en el que actuó como arreglista y director musical.
«El nombre no solo hace referencia al trabajo discográfico, Kraken Filarmónico ha sido la manera de denominar todo un proyecto artístico y musical que, aunque fue concebido muchos años atrás por parte de Elkin Ramírez, solo pudo llevarse a cabo con el trabajo y el apoyo de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Así se denominaron los conciertos que realizamos en el año 2005 en el marco de la undécima edición del Festival Rock al Parque, un año antes del lanzamiento del álbum; así se llamaron las conciertos que desarrollamos en el año 2013 junto a la Orquesta Nueva Filarmónica y, quizá, así se denominen los próximos conciertos que realicemos con este formato en el futuro. ¡Fuerza Elkin Fuerza Titán!.
El ‘Filarmónico’ hace referencia directa a la Orquesta, pero esto es muy significativo, el nombre usado los coloca al mismo nivel de la banda, no busca darle importancia más a uno que a otro porque la idea siempre fue contar con ellos como partícipes activos y no como acompañantes. Sin quererlo ha ayudado a diferenciar el proyecto, de hecho, después de haberlo hecho nosotros, han aparecido muchas agrupaciones y artistas haciendo ‘sinfónicos’, sin embargo, por lo menos yo, no he escuchado otro filarmónico en el país.
La producción del álbum buscó reflejar lo que había significado la elaboración de todo el proyecto Filarmónico, es decir, los conciertos, los arreglos musicales, el montaje, los ensayos, así como las dificultades administrativas, los riesgos técnicos y musicales que habíamos superado con éxito en los conciertos. Para todos los implicados había sido una experiencia positiva, que en términos logísticos era difícil de replicar. Así que el producir el álbum fue, de alguna manera, dejar algo físico que representara lo que había significado, además de llegar a otros que no habían podido vivir la experiencia del concierto. Sin embargo, el proyecto en sí tenía otras intenciones: la primera, el demostrar que podía llevarse a cabo la propuesta, que el rock en el país tendría la credibilidad y el nivel musical y técnico de desarrollar esta propuesta. Bien lo reflejaría Elkin diciendo: “No es el primero, ni el último… pero es el Nuestro”; porque a la oleada de críticas que se recibieron, siempre creíamos que la escena se lo merecía y que el rock estaba preparado para asumir el reto. Por mi parte, como arreglista y bajista, tenía una intención clara, quería que la orquesta y el coro estuviesen participando activamente junto a la banda; no quería un teclado de 150 músicos acompañando los temas. Eso llevo a reescribir nuevamente la música, a componer para la banda partes fijas, a poner a rockear a los músicos sinfónicos y a romper la brecha entre los músicos académicos y populares». Canciones que hablan, huelen y suenan a Medellín.
El significado del Kraken Filarmónico para la banda…
«Al interior de la agrupación, el álbum nos demostró que estabamos preparados para asumir proyectos artísticos de esta envergadura, que teníamos el nivel musical, la plataforma técnica, la credibilidad y la trayectoria para poder enfrentarnos a esta clase de retos. Para la escena, creo que el álbum significó una ruptura de prejuicios sobre el rock y sobre lo sinfónico y, asimismo, amplió el espectro y abrió una serie de posibilidades creativas nuevas en las que se pueden involucrar diferentes estéticas musicales».
Anécdotas especiales
«Para el primer montaje del evento se estaba ensayando en el Teatro León de Greiff de la Universidad Nacional, sin embargo, en la segunda jornada hubo un desalojo del campus y se impidió por un día el ingreso a la misma lo que nos obligó a adelantar un ensayo improvisado en el auditorio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano con la banda en las sillas del público, con un problema de eco impresionante y con unos amplificadores extraños. Sin embargo, fue un muy buen ensayo, aunque nos escuchábamos en tiempos diferentes. Recuerdo el rostro del maestro Ricardo Jaramillo en el primer concierto cuando comenzamos a tocar y el público gritó de tal manera que la orquesta y la banda no nos podíamos oír.
También recuerdo el Rock al Parque de 2005 en donde cayó un diluvio impresionante y, aunque se mojaban los instrumentos de la Orquesta, la energía y el compromiso de los músicos era tal, que nunca dejaron de tocar.
Una última, para el concierto de lanzamiento que hicimos en el año 2006, al finalizar, el director de la Orquesta tocó guitarra junto a nosotros, siendo quizá una de las mejores experiencias que hayamos tenido en vivo».
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