Por: Alexander Bejarano
Partiendo desde el Sur de Alemania se necesitan unas 7 horas en tren, más un poco en bus para llegar a este lugar remoto. Mientras avanzamos velozmente, rozando los 300 km/h vamos viendo como poco a poco el paisaje va cambiando, pronto se dejan atrás las montañas pre-alpinas para pasar a una superficie plana dominada por los vientos del Norte. Vientos que mueven a aquellos gigantes, mucho más altos que aquellos que intimidaban al ingenioso hidalgo y mucho más poderosos, a juzgar por la cantidad de kilovatios de potencia que producen día y noche. Las fachadas de ladrillo pequeño se vuelven una constante, parece que fuera otro país.
Hemos llegado al estado de Schleswig-holstein “El verdadero Norte” como ellos lo llaman, hogar de uno de los pueblos más diminutos de Alemania, el cual es modestamente conocido como la Meca del Metal alemán, europeo y por qué no, del Mundo entero… “The Holy Land: Wacken” El festival de metal y rock más grande del mundo. Es un sueño para muchas personas que escuchan rock y metal en general. Después de ver tantos videos “live at Wacken full Concert” de bandas como Dimmu Borgir en 2012, el cual llegué a escuchar una vez por semana en el trabajo o el de Arch Enemy en 2010 o 2016… estar finalmente allí es algo indescriptible. También había sido para mí personalmente un sueño hecho realidad.
Mi Primera vez…
Siempre es bueno recordar y lo recuerdo como si fuera ayer. Wacken es un pueblito que durante una semana al año se convierte en una ciudad habitada por unas 80 mil personas, casi tantas como en Konstanz y algo más que en Offenburg o la misma Bayreuth. 80 mil personas en su mayoría acampando, en una extensión que demoras 30 minutos en caminar de extremo a extremo. 80 mil personas vestidas de negro caminando desde sus carpas hacia los 5 escenarios simultáneos, las plazas de comidas, la calle de las compras, la tienda de discos, etc.
En Wacken se encuentra de todo, desde bandas algo comerciales hasta el más pesado black metal noruego. Hay una buena mezcla entre grandes, pequenos, viejos y nuevos. Fue allí donde vi a Judas Priest, In Flames, At the Gates, Within Temptation (¡sí!, algún problema? me encanta esta mujer), Dark Tranquility, Obituary. Así mismo en la “Batalla de las Bandas”, concurso internacional organizado por el festival, conocí a Ethereal Sin, banda de black japonés con un show y una voz impresionante.
2019…
Los tiempos han cambiado, después de 4 años el festival ha crecido, hay más gente, aunque la cantidad de tickets vendidos sea la misma de siempre, ya hay varios puestos de comida vegetariana y/o vegana. O quien dijo que el metal no se puede escuchar comiendo algo saludable. También hay una hora de yoga, en la mañana claro, como a eso de las 11, antes de que comience todo. Me impresiona sobre todo la amabilidad y camaradería de la gente, es como si fuera una gran familia sin diferencias de procedencia, idioma, raza o clase social. La presencia latinoamericana es innegable, banderas e hispanohablantes por todas partes. Ya deberían poner buses directos así como lo hacen con Moscú, Warschawa o Kiev. Un festival que incluso en silla de ruedas se puede disfrutar, pues existen muchas facilidades como tarimas, “calles”, etc. El festival también trabaja con varias organizaciones ambientalistas como Viva con Agua o Sea Shepherd, a quienes ha ayudado el color y los motivos de sus camisetas. Esto supongo porque el impacto de nuestra actividad humana puede tener consecuencias indeseables y esto lo debemos entender y minimizar.
Aunque el festival se vive en medio de una impresionante paz, pues no hay violencia, peleas, ni desmanes como muchos esperan, no todo es color de rosa (aunque de todos modos allí nada es color de rosa) y alguna gente aprovecha para dejar su basura a ser recogida por la organización, lo cual supongo, se traduce en el precio de los tickets para el próximo año.
De todos modos, con todo y todo, altos y bajos… Wacken siempre será en mi opinión… el mejor de todos los festivales.
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