Jenny and the Mexicats durante su presentación en la sala Apolo de Barcelona. Octubre 12 de 2019. Foto: Santiago Giraldo

El mestizaje de Jenny and the Mexicats presenta su ‘Fiesta Ancestral’ en Barcelona

Texto y fotos: Cristina Fernández Rovira y Santiago Giraldo Luque
Colaboradores Colectivo Sonoro en España

Después de la sala Riviera, en Madrid, el grupo hispano-británico-mexicano —oda a la globalización—, Jenny and the Mexicats, presentó el pasado sábado 12 de octubre en la mítica sala Apolo de Barcelona, su nuevo trabajo musical ‘Fiesta Ancestral’. El nuevo disco —que, según Pantera, el guitarrista principal de la banda, es muy difícil de pronunciar para los periodistas de radio españoles “por aquello del seseo”— es, como la agrupación misma, una fusión de muchos ritmos, latinos y anglos, que obliga a mover los pies.

Jenny and the Mexicats durante su presentación en la sala Apolo de Barcelona. Octubre 12 de 2019. Foto: Santiago Giraldo

El inicio de un ritmo que parece reggae da paso a una cumbia, de esas de las villas argentinas o de las que, en México, provienen de una fusión repentina, así, como sin querer, de la trompeta que tiene el matiz sonoro del mambo y del puro folklore azteca con aromas picantes de banda y huapango. Sin pausa, se traslada el universo de Jenny, la heroína, la musa, el grupo mismo, al caribe centroamericano Dominicano. La bachata hace su entrada en escena para que luego, con percusión de cajón flamenco en las manos de David, los Mexicats hagan algún ritmo cercano al Albaicín andaluz.

En Madrid, confiesa Pantera al público, les fue tan bien que decidieron celebrar a lo grande. ‘Fiesta Ancestral’, el disco que “nos condena a pasárnosla bien”, hizo su primera aparición pública en la capital española, donde la banda se hizo banda. Fue allí donde el bajista, Icho, engañó a Jenny para que se instalara en la ciudad del oso y el madroño hace algo más de once años. En Madrid, donde todo puede pasar, como caminar en el retiro (Fito Páez), bajarse en Atocha (Joaquín Sabina) o simplemente irse de la ciudad (Shakira), se juntaron al dúo Pantera y David. Fue un encuentro del tipo Objetivo Birmania: “Los amigos de mis amigas son mis amigos”. Fue fácil. Icho conocía a Jenny. Pantera conocía a Icho. Icho le presentó Pantera a Jenny. Y Pantera, que era amigo de David, les presentó al español a los otros dos.

Así nació Jenny and the Mexicats. Lo curioso es que la fusión del nombre revela la procedencia de sus miembros. Jenny es anglo, Mex, mexicanos y cats… bueno cats viene de la influencia de Jenny en el grupo. Es la traducción de gato, en inglés. Pero claro, es que, a los madrileños, en España, se les conoce como gatos (todos los días se aprende algo nuevo).

Jenny and the Mexicats durante su presentación en la sala Apolo de Barcelona. Octubre 12 de 2019. Foto: Santiago Giraldo

Jenny se ríe porque, parece, se pasaron un poco de copas el viernes, en Madrid. Volvían a casa. Ella dice, con acento mexicano, que tiene la cruda. Pantera traduce: una resaca. Lo mismo que en buen colombiano sería guayabo. El caso es que para que no se le baje, ella pide que le lleven un whisky con cola. Gasolina para su trompeta. Ronda para la banda que reparte Icho, el culpable de todo, mientras Pantera afina su guitarra. Habían prometido no beber hoy, dice el guitarrista con su pelo de puntas, pero “salimos y vimos esto… ¡Salud!”.

La grabación de ‘Fiesta Ancestral’ contó con la participación de artistas destacados. ‘Bailando con las farolas’, por ejemplo, un swing en español, deja ver la participación de El Kanka, uno de los mejores cantautores de la nueva generación en España. Al mismo tiempo, el single ‘El Telón’ fue arreglado y casi que producido por “nuestros amigos” de Vetusta Morla, la banda de indie pop también nacida en Madrid. El nuevo disco se cierra con una adaptación cumbiera-flamenca del superclásico de la música de plancha ‘Si una vez’, de la cantante mexicana-estadounidense Selena. Esto es Jenny and the Mexicats. Un todo en uno.

Jenny and the Mexicats durante su presentación en la sala Apolo de Barcelona. Octubre 12 de 2019. Foto: Santiago Giraldo

Jenny and the Mexicats se topó en Barcelona con fieles seguidores. La sala Apolo, permite hacer encuentros íntimos. Entre amigos. Nadie dudó en tomar el concierto como la fiesta propuesta por el nombre del nuevo disco.

El público difícilmente encontraría la diferencia entre el show de los Mexicats y, precisamente, una gran fiesta mayor de los mejores barrios de Barcelona. Los tradicionales barrios de Gràcia o Sants, con sus comparsas de calles iluminadas, papeles plásticos de colores y disfraces temáticos, se trasladaron al ambiente del Apolo. La energía de la banda en el escenario, a pesar de que tenían las maletas a punto, al lado de la tarima, para viajar a sus conciertos de Reino Unido, Estados Unidos y México, en la gira de promoción de su trabajo, contagió a los cientos de asistentes al concierto.

Acentos de México, Argentina, España, Colombia, Reino Unido y Venezuela, que se colaban entre el público, reflejaron también, como la banda misma, como Barcelona misma, el poder de la música para destruir las barreras de idiomas, ritmos y fronteras. Porque la música que propone Jenny and the Mexicats, la música con sus miles de posibilidades e identidades, es como la vida misma, mestiza.

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